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En el mercado estadounidense hay varias formas de acceder a un cero kilómetro, pero ninguna de ellas toma más de una hora desde que uno entra al concesionario y sale manejando.

Comprar un auto en Argentina nunca fue del todo sencillo y menos hoy, con faltantes de stock, escasez de modelos importados, precios oficiales que difieren mucho de los “de concesionario”, aumentos mensuales, largas esperas en algunos casos y condiciones muy poco claras en otros. Todo esto hace que tanto la búsqueda como la operación sea un verdadero dolor de cabeza.

Pero no en todos los países sucede lo mismo. En Estados Unidos –país donde reside este cronista–, la operatoria es bastante más sencilla. Por no decir muchísimo más sencilla.

El paso uno, por supuesto, es buscar un auto eligiendo color, equipamiento y opcionales en los configuradores de los sitios web de las marcas. Hasta acá nada diferente. Pero allí mismo podemos consultar el stock del concesionario que elijamos (casi siempre por cercanía). Una vez identificada la unidad, pueden “arrimarla” al sector de atención al público para verla en vivo y manejarla en caso que lo solicitemos.

Pero un momento… ¿dijimos stock de unidades disponibles? Sí, sólo en el concesionario Volkswagen de Coconut Creek, Florida, suele haber hasta 1.000 automóviles en stock y se venden alrededor de 400 al mes. Incluso hay marcas que superan estos valores.

Cientos de autos en stock, una imagen habitual en los concesionarios de los Estados Unidos. Foto: Central Florida.

Una vez seleccionado el auto, estamos listos para el segundo paso, que consiste en evaluar la forma de pago. ¿Un tema complicado? No, ni cerca: si la compra es al contado, solo habrá que llenar un formulario con datos para la factura, luego colocar la placa-patente personal y listo… ¡a disfrutar manejando con olor a nuevo!

En caso de no tener placa, al cliente le darán una provisoria en el momento y la definitiva llegará en menos de 15 días por correo junto con el título del auto a su nombre. Este método de pago suele ser elegido por no residentes, que generalmente aún no tienen un historial crediticio o estarán sólo un tiempo determinado en Estados Unidos. Con esta forma de pago, le llevará más tiempo elegir el auto que la transacción en sí, que se resuelve en minutos.

Cómo comprar sin desembolsar dinero

El sistema financiero utiliza una forma de evaluación crediticia llamada scoring, donde todos los bancos y entidades financieras evalúan el comportamiento financiero de una persona otorgándole un puntaje. En base a eso, en unos minutos el comprador puede contar con su crédito aprobado sin necesidad de llevar una carpeta cargada con tediosa documentación respaldatoria. Con este crédito puede optar por comprar el vehículo definitivamente o hacer un lease (alquiler con opción a compra). En caso de comprar y financiar, hay ocho niveles de tasa de interés dependiendo del score, que puede arrancar con una tasa del 0,9 por ciento anual. Si nuestra intención es entregar un usado, éste se cotiza por un libro llamado kelley blue book que tiene todos los precios según año, millas recorridas, estado y el historial que tenga en su Carfax.

El Carfax -explicado brevemente- es una bitácora virtual donde los talleres y concesionarios cargan todos los servicios, reparaciones y las compañías de seguro hacen lo propio con los siniestros que haya tenido el vehículo. También se incluye un historial de propietarios y estado de deuda. Al departamento de usados le lleva alrededor de una hora determinar el valor. Mientras tanto, el departamento de créditos evalúa cómo podemos pagar el resto. Lo interesante es que si el cliente tiene un auto que supere el valor de lo que va a comprar o del adelanto que quiere entregar por su nuevo automóvil, le extienden un cheque y se va con dinero en el bolsillo y un nuevo auto.

Siempre un último modelo

Jay Prada, consultor de ventas del concesionario Volkswagen Gunther –es uno de los más grandes de la marca en Estados Unidos– asegura que la opción del “lease” es la más popular. De manera muy sintética, podríamos decir que es un alquiler con opción a compra al final del contrato y con una tasa cercana al 0 por ciento. Al ser flexible permite ir escalando de modelo a medida que nuestra economía crece. Con un pequeño o nulo anticipo, se establece el tiempo en el que el usuario tendrá el auto y hará pagos mensuales por él. Lo puede usar por uno, dos o tres años pagando una cuota baja ya que no está financiando el total sino sólo la depreciación, y luego tiene dos opciones: pagar el valor residual y quedárselo, o devolverlo con la opción de sacar uno nuevo si lo prefiere. Este valor residual se establece teniendo en cuenta la deprecación del vehículo, que es lo que estaremos financiando.

En caso de devolverlo al fin del contrato, el valor residual se está pagando con el auto así que no habría que desembolsar nada más. Si por el contrario la decisión es quedarse con el vehículo, se paga ese residual (que también se puede financiar) y el comprador ya sería el propietario definitivo. Este sistema es muy atractivo para quien quiere cambiar el auto en un plazo no mayor a tres años, porque entrega su vieja unidad y pagando una cuota similar siempre tiene un auto nuevo. Además de contar con la garantía de fábrica, los servicios durante ese período podrían estar incluidos y hay casos en los que los lavados también lo están. Y lo mejor: si se pudiera comprobar que el auto es una herramienta de trabajo, la cuota del plan podría deducirse de los impuestos.

Salir manejando en minutos

Más allá de cómo se elija hacer el pago, el trámite es rápido y sencillo. Mientras el cliente toma un café con el asesor, su crédito estará siendo evaluado, el auto irá al lavadero y para cuando termine de llenar sus datos y firmar, su nuevo automóvil estará listo en el puesto de entrega con el tanque lleno. Es necesario tener un seguro para poder retirarse con el auto, algo que también puede resolverse en minutos in situ, pero si el comprador ya tiene una póliza de seguros en su antiguo auto, la ley de Florida le permite retirar su unidad y circular durante 7 días bajo esa póliza para luego incorporar el nuevo vehículo a la misma haciendo un llamado. Esto permite comprar un auto y salir rodando, aunque sea fin de semana o las 11 de la noche.

De contado o por leasing, la compra de un auto en Estados Unidos no lleva más de una hora. Foto: Ford USA.

Por último, al entregar un usado no es necesario chequear deudas de patentes ni multas porque estas son personales y van a su propia placa. Sólo hay verificar que el bien no tenga una prenda. Tampoco se pide verificación técnica, ni policial, no existe el grabado de autopartes ni cristales y no se asienta la numeración del motor en el título ya que este es una pieza de recambio más y sólo se utiliza el número de VIN (Vehicle Identification Number) para conocer el historial.

Esta operatoria que para los argentinos parece insólita, en Estados Unidos es algo absolutamente normal. Las reglas claras, una economía estable, una política de mercado orientada al consumo (y que a la vez lo fomenta) y una sana competencia lo hacen posible.

Ah, y para los desconfiados: todos estos datos no sólo son el resultado de un trabajo periodístico; días atrás compré el auto de mi mujer con una de estas modalidades. Demoré más en convencerla del modelo que le convenía (en realidad nunca la convencí) que en ejecutar toda la operación, que no demandó más que un par de horas desde que salí de casa hasta que volví con el auto nuevo.

Los concesionarios tienen generalmente cientos de unidades en stock. Foto: Getty Images.