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Dos sujetos encapuchados irrumpieron en las instalaciones del minimercado que funciona en la estación de servicio Don José Tartaglino y Compañía, donde redujeron al empleado del local y al sereno, antes de llevarse dinero en efectivo, cigarrillos y los celulares de las víctimas, que aparecieron horas más tarde.

El hecho ocurrió alrededor de las 2.30 en el negocio ubicado en la intersección de la avenida Rivadavía y la calle Dorrego, donde se encontraba Matías Britos, hijo de la familia propietaria del minimercado y el playero nocturno de la expendedora de combustible, cuya identidad no trascendió.
Según le comentó el propio Britos a LA VOZ DEL PUEBLO, los delincuentes irrumpieron cuando ellos se encontraban charlando dentro del negocio que funciona las 24 horas, “estábamos sentados acá (por el local) con mi compañero, cuando aparecen dos encapuchados. A mí compañero lo apretaron, le pidieron la plata, no sacaron también los celulares. Se llevaron la plata de la casa y amenazaban”, recordó.

Tal como pudo recordar una de las víctimas, los delincuentes actuaron de manera diferente, aparentemente, por la presunta experiencia de cada uno, “a uno lo ví asustado, nervioso capaz. Al otro, al que vino a apretar, se le notaba que tenía cancha para robar”, dijo antes de sostener que, “tenían un Tramontina con el que marcaron al otro muchacho y amenazaban con usar un arma que nosotros nunca alcanzamos a ver”, agregó refiriéndose a un movimiento que hacía el asaltante que se quedó custodiándolo a él, mientras el otro tomaba el dinero de la caja y unos cigarrillos.
“Todo debe haber durado 20 minutos. Agarraron la plata, cigarrillos, los celulares y se fueron caminando”, mencionó.

El botín
Tal como la familia damnificada le confirmó posteriormente a este diario, los ladrones se llevaron alrededor de 4000 pesos, producto del cambio de caja y los pocos movimientos de ventas que se habían realizado en la noche del lunes.
Inmediatamente después de sufrir el robo, llamaron a la policía e hicieron la denuncia. La policía se movió rápido y, mientras los damnificados rastreaban sus teléfonos a través de los GPS activados, lograron encontrar los celulares que fueron descartados, aparentemente ante la imposibilidad de destrabar los sistemas de huella digital.
Por su parte, Silvia, la madre de Matías y propietaria del emprendimiento, se quejó de la inseguridad y comentó, “en Tres Arroyos hay cosas que están funcionando mal y hay que tratar de arreglarlas”.
A raíz de este hecho, se iniciaron actuaciones judiciales por “robo agravado” en la Fiscalía de nuestra ciudad.
Fuente: La voz del pueblo