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Sam Altman impulsa la creación de una interfaz que promete vincular el cerebro humano con la inteligencia artificial sin necesidad de implantes

La próxima frontera de la inteligencia artificial parece que ya no está en una pantalla de un monitor o un celular, sino directamente en la mente humana.

Así lo deja ver Sam Altman, el visionario detrás de OpenAI, quien apuesta por borrar los límites entre pensamiento y tecnología con su nueva creación: Merge Labs, una compañía que busca desarrollar una interfaz cerebro-computadora (BCI) capaz de conectar directamente la mente con sistemas de inteligencia artificial como ChatGPT.

A diferencia de otros experimentos neurotecnológicos, el objetivo de Merge Labs es lograr esa conexión sin implantes quirúrgicos ni procedimientos invasivos.

Si lo consigue, cualquier persona podría acceder a un conocimiento casi ilimitado, convirtiéndose —al menos en teoría— en una especie de “sabelotodo” digital.

Pensar y procesar ideas con ChatGPT, directamente desde el cerebro

Para llevar adelante esta idea, Altman incorporó a su equipo a Mikhail Shapiro, investigador del Instituto de Tecnología de California (Caltech) y referente en biología molecular y neuroingeniería. Shapiro trabaja en terapias génicas que permiten modificar células cerebrales para que respondan a estímulos ultrasónicos, una técnica que podría hacer “visibles” las neuronas sin necesidad de contacto físico, y abrir así la puerta a una lectura cerebral precisa y segura.

Este avance plantea un horizonte donde mente y máquina podrían comunicarse simbióticamente. Ya no se trataría de “hablar con ChatGPT” ni de escribir un texto, sino de pensar con él, procesando ideas y emociones directamente desde el cerebro.

En el terreno financiero, Merge Labs también apunta alto: busca recaudar unos 250 millones de dólares, con apoyo de OpenAI, lo que le daría una valoración inicial cercana a los 850 millones. Sin embargo, Altman aclaró que no invertirá personalmente ni ocupará un rol operativo, lo que genera dudas sobre quién liderará un proyecto de semejante magnitud.

Más allá del capital, el desafío más grande será ético y social. Conectar la mente humana a la inteligencia artificial abre interrogantes profundos sobre privacidad mental, manipulación de pensamientos y autonomía personal. Si una IA puede acceder a nuestros pensamientos, ¿dónde termina la libertad humana y empieza el dominio del algoritmo?

OpenAI: impulsar la convivencia entre humanos y la inteligencia artificial

Por ahora, Merge Labs se presenta como una propuesta no invasiva, pero su alcance podría trascender los laboratorios. La visión de Altman apunta a un futuro donde las interfaces sean una extensión natural del cuerpo y la mente, borrando las fronteras entre lo humano y lo digital.

Esta ambición encaja con la filosofía fundacional de OpenAI: impulsar la convivencia entre humanos y máquinas inteligentes. ChatGPT ya transformó la forma en que millones de personas interactúan con la información. Merge Labs podría ir más lejos: transformar la forma en que pensamos.

Si logra concretarse, este avance marcaría una nueva era de simbiosis cognitiva, donde el cerebro y la IA colaboren en tiempo real. Una idea que hace apenas unos años parecía ciencia ficción, pero que hoy emerge como el próximo salto evolutivo impulsado por Altman: una conexión directa entre pensamiento y código, entre lo que imaginamos y lo que una máquina puede ejecutar.

Fuente: iProfesional