Lejos de las expectativas de un 2025 explosivo, este año ha sido marcado por la caída de la actividad que comenzó en 2024.
A esto se agrega la preocupación por el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI), que profundiza esta situación facilitando la importación de bienes y equipos sin aranceles en desmedro de la tecnología desarrollada en el país. Es paradójico porque así como muchos proyectos no son rentables sin beneficios del RIGI, las problemáticas de costo argentino que enfrentan las operadoras son las mismas que enfrentan las PyMEs, pero no son contempladas para este sector, que genera más empleos directos y valor agregado que las operadoras y grandes empresas de servicios en todo el país.
PyMEs: el pilar estratégico del sector
Mirando hacia adelante, el 2025 va terminando como un difícil año de transición, con marcadas expectativas de reactivación recién en 2026. Los proyectos en marcha y proyectados van a avanzar, pero lo están haciendo a un ritmo más lento de lo esperado. La industria argentina de equipamiento para gas y petróleo, minería y energía tiene una base sólida y un potencial inmenso, pero necesita políticas que acompañen y fortalezcan a sus actores más virtuosos: las PyMEs. Su capacidad de inversión, adaptación y conocimiento técnico las convierte en aliados esenciales de las grandes operadoras para el momento en que se lancen los proyectos; están a la altura en términos de capacidad y tiempo de respuesta en proyectos como quedó demostrado en el pasado en proyectos como Fortín de Piedra.
Por este motivo, para que el desarrollo energético -con Vaca Muerta a la cabeza- sea sustentable y beneficie con generación de empleos de alto valor agregado y crecimiento en todo el país, es fundamental que se priorice la industria argentina para el desarrollo de los proyectos energéticos en nuestro país. Como se repetía entre las PyMEs durante la feria AOG en La Rural: “Queremos que la energía argentina se desarrolle con tecnología argentina y empleos de argentinos”.
El modelo de Vaca Muerta es una oportunidad histórica para Argentina. La experiencia internacional nos muestra que hay distintos caminos: países como Noruega supieron transformar sus recursos naturales en un motor de industrialización, innovación y exportación tecnológica; mientras que otros, como Angola, no lograron capitalizar esa riqueza y vieron debilitada su estructura productiva. La decisión está en nuestras manos: consolidar un modelo que multiplique empleo de calidad y tecnología argentina, o dejar pasar una oportunidad única.
Fuente: Ámbito