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El bombardeo a las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán respondió a las alarmas encendidas en la comunidad internacional sobre el nivel de enriquecimiento del uranio y su potencial destino militar. Hasta qué punto ese enriquecimiento es considerado con destino a la generación de energía o recursos médicos y cuando pasa a ser un insumo para armamento nuclear.

Los recientes bombardeos de fuerzas de los Estados Unidos a las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Natanz e Isfahán pusieron en el foco internacional las actividades que se llevaban a cabo en estos complejos, vitales para el programa nuclear del país. De acuerdo al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) Irán había acumulado 500 kilogramos de uranio enriquecido hasta un 60%, un salto significativo que lo acercaba peligrosamente a la pureza necesaria para lograr armamento nuclear, lo que era motivo de una creciente preocupación a nivel global.

La capacidad de estas tres centrales nucleares para producir uranio enriquecido, en particular Fordo con su alto nivel de pureza, era un punto de tensión internacional, generando preguntas sobre las verdaderas intenciones de Irán y las implicaciones para la estabilidad regional y global. Si bien hasta el momento no hay constatación alguna sobre el nivel de daño de los ataques hay algunas certezas que se pueden asumir en primera instancia.

No se bombardearon centrales nucleares que no son objetivo militar, algo fundamental que brinda tranquilidad, sino que se atacaron en principio tres instalaciones, de las cuales dos estaban dedicadas al enriquecimiento de uranio en un nivel que ya no se justificaba para fines de no proliferación, sino de inocultable destino de recurso militar”, explicó a EconoJournalJulián Gadano, profesor de la Universidad de San Andrés, director del Programa de Energía Nuclear de la Untref, y ex subsecretario de Energía Nuclear.

El otro aspecto que destacó el especialista, es que “la eventual destrucción de esas instalaciones “no genera fugas radioctivas, o al menos se daría en niveles irrelevantes porque el uranio allí almacenado no está irradiado, no está activado, aunque se pueda generar alguna salida de material tóxico pero es algo quimico, no radioactivo”, agregó Gadano.

La no proliferación nuclear

El eje de la discusión internacional sobre la utilización del recurso nuclear por parte de Irán en los últimos años se centra en el límite entre enriquecer uranio para fines pacíficos, medicinales, investigativos y el militar. “Eso es lo que pone a Irán en una situación compleja o complicada y difícil de justificar. Porque enriquecer uranio es el solo hecho de aumentar la proporción del isótopo 235 en el material, pero esto se puede hacer a un 5% de enriquecimiento para poner en crítico una central nuclear –las centrales argentinas funcionan con uranio levemente enriqueqido a 1%– o para fines médicos se puede necesitar hasta un 20%, pero no más”, dijo el experto.

“Es decir, no hay ningún uso pacífico que requiera más del 20% de enriquecimiento, con lo cual la comunidad internacional planteó, y así se firmaron los protocolos, que más del 20% es proliferante, o sea, no hay manera de justificar que ese enriquece por encima de ese umbral si no hay un fin militar detrás, sobre todo a las cantidades que tiene Irán, que se denunciaron poseía unos 500 kilos enriquecidos al 60%”, reseñó Gadano.

En ese sentido, un informe de fines de mayo de la OIEA había advertido que Irán era el único país sin armas nucleares que producía uranio altamente enriquecido. Según el reporte del organismo control nuclear de la ONU, Irán había elevado sus reservas de uranio enriquecido a niveles cercanos al de uso militar, y advertía que Teherán ya disponía de material suficiente para fabricar varias bombas atómicas, si decidiera hacerlo.

El organismo con sede en Viena calificó la situación de «muy preocupante», por entender que Irán es el único país sin armas nucleares que produce uranio a ese nivel, una acusación a la que Teherán no respondió. El régimen venia afirmando largamente que su programa nuclear tiene fines exclusivamente pacíficos, pero el argentino Rafael Grossi, titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) volvió a advertir que el país está cada vez más cerca de tener capacidad armamentística.

Qué se hacía en las instalaciones atacadas

Considerada como el foco principal del programa nuclear iraní, la instalación de Fordo era un objetivo de alta prioridad. Desarrollada originalmente como una instalación militar del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, fue reconocida como instalación nuclear por Irán en 2009, tras alertas de inteligencia occidental. Ubicada a unos 100 kilómetros al sur de Teherán, cerca de Qom, esta planta era la mejor protegida del país, preparada para resistir ataques aéreos gracias a su ubicación en una zona montañosa y sus túneles subterráneos.

En Fordo, la actividad principal es el enriquecimiento de uranio mediante centrifugadoras. Aunque cuenta con menos centrifugadoras que Natanz, estas trabajan con uranio de mayor pureza, lo que le permite producir uranio enriquecido al 60% con mayor capacidad, de acuedo a lo que venía informando la OIEA. Este organismo había confirmado que Fordo logró enriquecer uranio hasta un 83,7%, un nivel alarmantemente cercano al grado armamentístico. Se estima que Fordo puede generar hasta 33,5 kilogramos de uranio enriquecido por mes, una cifra que agudiza las inquietudes sobre la no proliferación.

Natanz es el centro de enriquecimiento de uranio más grande de Irán, situado a unos 220 kilómetros al sureste de Teherán. Sus sofisticadas centrifugadoras trabajan para enriquecer uranio con gran rapidez. Si bien parte de sus instalaciones se encuentran en la superficie, haciéndolas más vulnerables, también posee una sección subterránea para su defensa, tal como se viene describiendo en los informes oficiales del OIEA.

Esta instalación había sido blanco de múltiples ataques. En 2010, fue gravemente afectada por el virus informático Stuxnet, que tomó el control y autodestruyó miles de máquinas involucradas en la producción de materiales nucleares. Más recientemente, un bombardeo israelí provocó un corte de energía que dañó gravemente 15.000 centrifugadoras, suceso tras el cual el OIEA reportó «contaminación radiológica química» en la planta.

A unos 350 kilómetros al sureste de Teherán, el centro de tecnología nuclear de Isfahán jugaba (suponiendo su destrucción en lo ataques) un papel crucial en el programa nuclear iraní, aunque no se dedicaba directamente al enriquecimiento de uranio. Esta instalación empleaba tres reactores de investigación y laboratorios de tecnología china.

La función primordial de Isfahán era transformar el uranio natural en gas hexafluoruro de uranio (UF6). Este gas es un componente esencial e indispensable para alimentar las centrifugadoras tanto de Fordo como de Natanz, lo que lo convierte en un eslabón fundamental en la cadena de producción de uranio enriquecido de Irán.

 

 

 

Fuente: Econojo