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Se espera que la demanda de gas del país vecino siga creciendo hasta 2030 para luego caer. Justamente, fecha en la cual empezarían las exportaciones del complejo de GNL.

El mercado de GNL es el objetivo final para poner en valor el gas de Vaca Muerta. Pero para concretar ese desafío, todavía hay que esperar muchos años incluso si se aceleran los proyectos en carpeta. Es por eso que las miradas apuntan hacia Chile como el socio ideal a corto plazo para hacer crecer las exportaciones.
Un informe de Wood Mackenzie sostiene que la demanda de gas chilena subiría en torno al 30% hasta 2030 para luego entrar en una fase decreciente. Justamente se trata del período de transición que Argentina necesita para luego poder colocar su producción en los mercados más alejados vía GNL.
El gran sustento de las necesidades gasíferas chilenas pasa por los compromisos ambientales de descarbonización del parque eléctrico que todavía se mantiene en torno al 17% de la matriz. Más allá del fuerte crecimiento de las renovables, el sistema energético chileno necesita de la firmeza que podría aportarle el gas como insumo principal de la generación termoeléctrica.

El desarrollo de gasoductos en Argentina permite incrementar los saldos exportables a países vecinos.

Hasta el momento, la Comisión Nacional de Energía de Chile no contempla en sus planes de largo plazo la oferta de gas argentino, posiblemente debido a la falta de certidumbre sobre la disponibilidad y formas de contratación en firme. Una característica que podría cambiar rápidamente si la Argentina demuestra otra actitud en relación al respeto de los contratos.

Domina el gas argentino en Chile

Según un reporte de la consultora Economía y Energía, en 2023 la oferta interna de gas chileno se compuso en un 44% por gas argentino, en un 38,5% por GNL y en un 18% por producción propia.

La ventaja del hidrocarburo argentino pasa por el precio que es menor al GNL y al carbón. A su vez, la capacidad de transporte gasífero entre ambos países apenas se utiliza en un 20%, por lo que no habría limitante para crecer a corto plazo.

La gran desventaja, además de la poca credibilidad argentina luego de interrumpir los contratos de suministro en el año 2004, se explica por la rigidez de los contratos de GNL a largo plazo, donde ya están pactados unos 13,7 MMm3/d según explica Economía y Energía. Eso hace que el gas argentino tenga pocas posibilidades de crecimiento.

A su vez, existen otros 2 proyectos de envergadura para la instalación de plantas de regasificación conectadas al gasoducto Pacífico que se encuentran paralizados hace más de 10 años debido a presentaciones judiciales en el contexto de conflictos regulatorios, ambientales y con la población local. Se trata de los proyectos Talcahuano (8,5 MMm3/d) y Penco Lirquén (10 MMm3/d).

El principal uso del gas natural en Chile es la generación de energía eléctrica, sector que representó en 2022 el 56% del consumo total de gas natural. Asimismo, más de un cuarto de la utilización de gas natural tiene como destino la producción de metanol y otros procesos industriales, principalmente, cobre y papel y celulosa. Por su parte, el sector residencial representa sólo el 10% de la demanda total. A modo de comparación, mientras que en Argentina se consumen 886 m3/d per cápita, en Chile se consumen sólo 335 m3/d.

La demanda de gas por el fin del carbón

No obstante, además del reemplazo del carbón, hay margen de crecimiento para el gas natural en los proyectos de metanol, papel, celulosa, cobre y litio. Por ejemplo, la producción de metanol se redujo un 80% entre 2002 y 2022 por la dificultad de encontrar gas en firme.

Paralelamente, la aceleración del plan de cierre de centrales a carbón, modificó las perspectivas a futuro y también le abre una ventana al gas argentino. En un principio, Chile había anunciado que cerraría las usinas termoeléctricas a carbón para 2040, luego adelantó esa fecha para el 2030, donde la mayoría de los cierres se produciría en 2025.

De acuerdo a estimaciones de la Asociación de Empresas de Gas Natural de Chile, la sustitución de carbón por gas natural permitiría reducir las emisiones en un 50% por cada MWh generado. A su vez, implicaría un consumo adicional de gas de 11 MMm3/d, de los cuales 6,4 MMm3/d serían por las centrales de la región norte, 2MMm3/d por la región centro y el resto en las otras regiones.

Desde hace un par de años, Neuquén ya envía gas a Chile todo el año.

Parte de este mayor entusiasmo por acelerar el cierre de las centrales a carbón se da por el sobrecumplimiento de las metas de generación renovable. En 2023, se había fijado una meta de generación renovable de 10,9 TWh, mientras que la generación real triplicó dicha cifra y permitió llegar a un 39% de la participación en generación eléctrica.

En ese sendero, los escenarios planteados a futuro anticipan un crecimiento hasta el 56% al 68% de la generación eléctrica total, algo que, para la consultora Economía y Energía, “difícilmente se logre alcanzar dado el desarrollo tecnológico actual”.

“A pesar del fuerte crecimiento de las energías renovables, la matriz de generación eléctrica en Chile sigue dependiendo de los combustibles fósiles. Esto se encuentra asociado a la necesidad de respaldo que requiere el sistema, que debe contar con mecanismos de operación que permitan reaccionar rápidamente a la salida o entrada de energía intermitente. En este sentido, la utilización de generación térmica como fuente de respaldo depende del avance técnico y económico de las tecnologías eficientes para el almacenamiento de energía”, agregan.

Fuente: Más energía