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El miércoles cruzó desde Egipto el primer camión que transportaba combustible a Gaza desde que Israel impuso un asedio total al enclave en su guerra contra Hamás, aunque la entrega hará poco por aliviar la escasez que ha obstaculizado las labores de ayuda.

La entrega fue posible gracias a que Israel autorizó la entrada en Gaza de 24.000 litros de gasóleo para los camiones de distribución de ayuda de la ONU, aunque no para su uso en los hospitales, según una fuente humanitaria.

“Esto es sólo el 9% de lo que necesitamos diariamente para mantener las actividades de salvamento”, publicó Tom White, director de la agencia de ayuda de la ONU en Gaza, en la red social X. Confirmó que se habían recibido poco más de 23.000 litros, o medio camión cisterna.

Los trabajadores humanitarios afirman que la falta de combustible, necesario para los generadores de los hospitales, el suministro de agua, el tratamiento de aguas residuales y las comunicaciones, así como para la distribución de la ayuda, ha contribuido a un grave deterioro de las condiciones de los 2,3 millones de residentes de Gaza.

Desde el 21 de octubre han estado entrando en Gaza envíos limitados de ayuda humanitaria procedentes de Egipto, pero Israel se había negado a permitir la entrada de combustible, alegando que podría ser utilizado por Hamás.

Naciones Unidas había advertido en los últimos días que pronto tendría que detener las operaciones humanitarias al agotarse sus reservas de combustible.

La escasez de combustible ya ha provocado o contribuido al cierre de hospitales, panaderías, estaciones de bombeo de aguas residuales, plantas desalinizadoras de agua y pozos de agua, y amenazaba con cerrar centros de datos de telecomunicaciones y puntos de conexión en 48 horas, según informó la ONU el martes.

La entrega inicial de 24.000 litros de combustible estaba prevista para repartirse en dos días, con 12.000 litros asignados para cada día, dijo una fuente internacional con conocimiento de la operación.

(Reporte adicional de Ahmed Mohamed Hassan; escrito por Aidan Lewis; editado en español por Carlos Serrano)

 

Fuente: La nacion