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Cómo un negocio familiar de antigüedades y una jugada audaz dieron origen a esta multinacional petrolera reconocida a nivel mundial.

La historia de Shell comienza en los inicios del siglo XIX en Londres. Allí, un empresario de ascendencia iraquí llamado Marcus Samuel, había logrado amasar una pequeña fortuna con un nicho que despertaba fascinación en los hogares británicos: las antigüedades y objetos de decoración.

Marcus importaba conchas marinas desde Oriente y las utilizaba para decorar cajas. Estas “seashells”, como se las llama en inglés, despertaban fascinación en los hogares británicos y a las más exóticas las vendía sueltas para que los londinenses las colgaran en sus casas.

Para explorar nuevas oportunidades comerciales envió a sus hijos al Lejano Oriente. Y fue allí donde los hermanos observaron que el kerosene se estaba convirtiendo en un producto muy demandado para la iluminación.

 

Fuente: Cronista