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Las emisiones de CO2, que provienen de las energías fósiles, aumentaron en 2022 un 0,9%. Pese a haber marcado un máximo histórico, las energías verdes ayudaron a contener este escenario.

Las emisiones de CO2 procedentes de energías fósiles aumentaron en 2022 un 0,9% y alcanzaron un nivel récord, aunque menor del previsto gracias a las energías verdes que compensaron en parte la mayor demanda de petróleo y carbón, indicó este jueves la Agencia Internacional de la Energía (AIE).

“El riesgo de un crecimiento desenfrenado de las emisiones por un mayor recurso al carbón en un contexto de crisis energética no se materializó”, señala el informe, basado en datos públicos nacionales.

“El auge de las energías solar y eólica, de los vehículos eléctricos, de la eficiencia energética y otros factores frenaron el aumento del CO2″, explica la entidad, creada en 1974 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) para asesorar a los países ricos en temas energéticos.

Pero la buena noticia es más que relativa, dado que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) procedentes del uso de energías fósiles (que representan las tres cuartas partes de los gases de efecto invernadero), mantienen “una trayectoria de crecimiento insostenible” e incrementan los desajustes climáticos, advierte la AIE.

Medio ambiente

En 2022, las emisiones planetarias de CO2 procedentes de energías fósiles aumentaron un 0,9%, alcanzando un récord de 36.800 millones de toneladas, indica el reporte.

Ese volumen sería aún mayor, de 550 millones de toneladas, sin las nuevas infraestructuras energéticas bajas en carbono, que el año pasado aseguraron el 90% del crecimiento de la producción de electricidad, de acuerdo con esa institución con sede en París.

En 2021, el aumento de aquellas relacionadas con la producción energética se disparó un 6%, después de un 2020 de fuerte retroceso debido a la crisis del Covid-19.

Emisiones de CO2

A nivel global estas procedieron de la mayor demanda de energías fósiles relacionada principalmente con episodios climáticos extremos y con los problemas de funcionamiento de numerosos reactores nucleares.

Las que son generadas por la combustión del carbón aumentaron un 1,6%, debido a que en Asia y Europa ese combustible fue con frecuencia una alternativa ante la disparada de los precios del gas.

Mientras que las provocadas por el uso de petróleo crecieron 2,5%, aunque se mantuvieron por debajo de los niveles previos a la pandemia. La mitad de ese aumento se explica por la reanudación del tráfico aéreo, indica la AIE.

Fuente: Ambito