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Si bien la Argentina apoya las medidas tendientes a garantizar la seguridad alimentaria, esto se hace mucho más necesario para poder contrarrestar el impacto de la guerra en el precio de los alimentos.

Según los datos de la ONU, PMA y FAO analizados en la OMC, de las 69 economías con grave exposición a las crisis alimentarias, energéticas y financieras, 19 se encuentran en la región de América Latina y el Caribe, el “granero” del mundo con capacidad para producir alimentos para 1.300 millones, pero que actualmente tiene 9,3 millones de latinoamericanos con inseguridad alimentaria, y que a raíz de la guerra en Europa se calcula que llegarán a fin de año a 13,3 millones. Es que como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, la inflación de los alimentos a nivel global se disparó hasta 26%, pero lo más grave es que el costo de los fertilizantes aumentó un 300%, lo que supone una crisis de la próxima campaña agrícola. Ya se estima una posible disminución de la producción de hasta el 20%.

Pero mientras en Ginebra, Suiza, Todesca posicionó a la Argentina como un país exportador de alimentos en el debate sobre el comercio y la seguridad alimentaria, aquí se siguió discutiendo cómo cumplir con las expectativas internas, necesidades globales y oportunidades financieras. Y como ya ocurrió tiempo atrás, todas las miradas apuntan a YPF Agro, la unidad de negocios agropecuarios de la petrolera de mayoría estatal.

Desde que en el Gobierno imaginó el rescate de la cerealera Vicentin que YPF Agro entró al radar oficial para intervenir con éxito en el mercado de las materias primas y los alimentos. Pero hasta ahora no existe una razón sincera de por qué la empresa no asume la comercialización de granos y las exportaciones de productos del campo, con la finalidad de intervenir en el mercado local y estabilizar los precios de los alimentos de todos los argentinos.

Al pensar una solución para Vicentin, el Gobierno planteó una oportunidad para que YPF Agro se haga cargo de esos activos diezmados durante el macrismo para convertirse en un pilar del mercado agroexportador, incluso, con una nueva empresa de alimentos propia, que llegaría la mesa de todos los argentinos. Pero tras la fallida estatización de la cerealera, ahora queda en pie otro plan para YPF Agro, y tal como la petrolera controla hoy el 55% del mercado de los combustibles, la unidad del campo puede convertirse en un actor relevante de la actividad agropecuaria.

Actualmente YPF Agro ofrece servicios de protección y nutrición de cultivos (fertilizantes), semillas, bolsas para silo y lubricantes y combustibles para el universo del campo y llega a 7 de cada 10 parcelas agrícolas del país, unos 22.000 productores, tanto en cultivos intensivos como extensivos.

Esto son algunos de los objetivos y las metas del plan Seguridad Alimentaria para la nueva YPF Agro que se barajan:

  • Aumentar la productividad agrícola.
  • Lograr un impacto positivo en la actividad económica.
  • Incrementar el volumen de exportaciones agropecuarias.
  • Intervención en el mercado de los alimentos.
  • Aporte de divisas genuinas sin especular con la liquidación.
  • Incrementar stock de dólares al Banco Central.
  • Constituir al mayor actor financiero del sector agropecuario.
  • Quitarle el rol protagónico a las empresas multinacionales y trasnacionales del campo.
  • Evitar acopios especulativos.
  • Resguardo del patrimonio productivo (firma de convenios apropiados).
  • Asistencia a productores regionales.
  • Mejoramiento de la relación con los actores del sector, entre ellos acopios y cooperativas a los que YPF ya les provee insumos.
  • Potenciar el nivel de ventas.

Para lograr el plan Seguridad Alimentaria hay que dar dos pasos fundamentales: el primero es tener una conducción profesional en YPF Agro, que se comprometa políticamente con un proyecto de desarrollo nacional, una condición que no se palpó durante el gobierno anterior. De hecho, Nicolás Winschel todavía es el actual director y gerente de Negocio de YPF Agro, nombrado por Mauricio Macri en octubre de 2018, luego de nueve años de experiencia previa en Monsanto y mucho trato directo con grandes multinacionales del sector. Con este cambio, la compañía podría contar con una dirección en línea con la actual fuerza política en el Gobierno, y con la de YPF en general.

Y en segundo término, YPF Agro debería refundarse para adoptar la misión de ser protagonista en el comercio exterior y en la definición de los precios internos de las materias primas de alimentos. Esto tiene una doble implicancia: por un lado favorece a la incesante tarea de frenar la inflación en productos de consumo masivo. Pero otro, hay que ser capaz de ingresar en un escenario de tensión con poderosas agroexportadoras locales y multinacionales, además de con el resto de la cadena agroalimentaria. En ámbitos gubernamentales creen que valdría mucho la pena, sobre todo, para servir con la Argentina en la lucha contra la inseguridad alimentaria mundial. Falta dar el primer paso.

Fuente: Ambito