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Es evidente que la invasión de Rusia a Ucrania traerá importantes cambios económicos y geopolíticos en el mundo, principalmente en países como los Estados Unidos, China y los miembros de la Unión Europea.

Y, de entre todos los sectores, el energético quizás sea el que sufrirá mayores transformaciones.

Ya existía cierta presión en los precios del petróleo tras dos años de crecimiento de la economía global, alcanzando la demanda los 100 millones de barriles por día, poniendo mucha presión en la infraestructura y la logística. A lo que se sumaron ciertos conflictos en países productores como Nigeria, Libia y Unión de Emiratos Árabes.

Adicionalmente, el alto precio del gas natural hizo que en algunos casos éste fuese desplazado por derivados del petróleo.

El conflicto en Ucrania vino a exacerbar esta situación e hizo que los precios del petróleo superaran los 120 dólares por barril, en un mundo que hoy se pregunta -y sobre todo, en la Unión Europea-, cómo hacer para disminuir o eliminar la dependencia energética de Rusia.

Rusia es hoy el segundo productor de petróleo del mundo, detrás de los Estados UnidosProduce alrededor de 11 millones de barriles por día, de los que exporta entre 5 y 6 millones de barriles. De éstos, alrededor de 2.5 millones de barriles van a Europa. Es posible en un plazo razonable reemplazar estos 2.5 millones de barriles?

Es en la Unión Europea donde veremos cambios acelerados para disminuir o eliminar la mencionada dependencia de Rusia, no sólo en petróleo, sino también en gas natural.

El escenario más probable es que el gas que se importa de Rusia vaya siendo desplazado a través de energía nuclear, carbón de fuentes no rusas, biomasa, renovables y aumento en las importaciones de Gas Natural Licuado, para llegar en un futuro a importar también hidrógeno.

El déficit en petróleo puede eventualmente ser compensado en parte por la OPEP y en parte por los Estados Unidos, con el agregado de desarrollo de descubrimientos recientes en el mediano plazo.

Nuestro país va a experimentar durante este período de transformación unos precios elevados del gas natural, amortiguados en parte por los veranos en el Hemisferio Norte; y precios elevados del petróleo, amortiguados en parte por la exportación, mientras ésta dure.

Pero también se nos abre una gran oportunidad en el mediano plazo: aumentar nuestras exportaciones de petróleo para ayudar a compensar el déficit mundial y en un plazo mayor exportar Gas Natural Licuado (GNL) e incluso hidrógeno a Europa para ayudar en los cambios impulsados en esa región.

Tenemos enormes recursos explotables en Vaca Muerta, a los que probablemente se le pueda sumar algún gran descubrimiento en el offshore, que nos permitirán ser un exportador de crudo y gas natural.

También tenemos la posibilidad de ser un actor en la extracción del Hidrógeno del gas natural con captura de carbón y su almacenaje en yacimientos depletados (CCS por sus siglas en inglés), llamado hidrógeno azul.

Pero esto requerirá de tiempo, inversiones y condiciones de mercado estables. Es necesario que la política, aunque sea por una vez, sepa reconocer estas oportunidades y aprovecharlas, generando las condiciones para que nuestra Industria, altamente capacitada, pueda invertir para el desarrollo pleno de nuestros recursos.

El gas y el petróleo tienen una enorme cadena de valor que no se limita sólo al pozo, si no que se expande por todo el país, entre fabricantes, servicios, distribuidores, transportistas, construcción e ingeniería, refinadores, comercializadores, etc,; cadena que seguramente crecerá con el crecimiento de la actividad, generando más inversiones y empleo.

De no hacerlo, sólo nos quedaremos con las consecuencias de la crisis.

*El autor es presidente del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG)

 

Fuente: La nacion