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Productores y exportadores buscan aprovechar los altos precios de las materias primas y la disputa global por el stock de granos.

El ataque de Rusia a Ucrania no sólo muestra la peor cara de la guerra, sino que también afecta al comercio mundial y el suministro de materias primas a países de Europa, África y Asia. La región del Mar Negro es conocida como “el granero del mundo”, una frase que muchas veces se aplica a nivel local, por el rol del país como gran proveedor de granos en momentos en los que el mundo transitaba conflictos bélicos.

Por estos días, los puertos del Mar Negro permanecen sin actividad y desde hace casi dos semanas que no envían trigo ni otros alimentos básicos al mundo para producir pan, fideos o alimentos para animales. Así, el precio del trigo aumentó más de un 50% desde la semana previa a la invasión y algo similar ocurrió con el resto de los commodities.

Con Ucrania y Rusia -protagonistas en los mercados de trigo y maíz- fuera de juego del comercio internacional, comenzaron las repercusiones: por un lado Rusia confirmó que priorizará sus granos para abastecer el mercado interno en lugar de exportarlos. Por otra parte, Europa podría sufrir complicaciones ante la falta del maíz de Ucrania, lo que conllevaría a un aumento de costos en la generación de proteína animal, es decir que el precio de la carne y los lácteos se impulsarían al alza.

Ante esta realidad, el Ministro de Agricultura de España, Luis Planas, reclamó a la Comisión Europea que renuncie a los controles fitosanitarios y permita la importación de maíz desde terceros países, en particular Argentina. Europa no acepta el uso del maíz genéticamente modificado, que además contiene fitosanitarios restringidos a pesar de que no hay riesgo para los consumidores. Nuestro país podría cubrir el déficit que se le genera a tanto a España como a otros países vecinos e incluso abastecer a otros como Líbano, Egipto y Azerbaiyán que plantearon intenciones de compra. Pero eso no es posible.

Federico Zerboni, Vicepresidente de Maizar, aseguró en diálogo con Ámbito que “hoy el registro de exportaciones de maíz esta cerrado a pesar de que se inscribieron 25 millones de toneladas sobre un saldo exportable estimado en 40 millones”.

Las proyecciones indican que se podrían exportar entre 10 y 15 millones de toneladas, pero aun no se puede establecer un número concreto porque la cosecha acaba de comenzar -continuará hasta agosto- y porque además habrá que dimensionar cuál fue el impacto real de la sequía, que castigó fuertemente el maíz temprano.

El dirigente reclamó una pronta apertura del registro de exportaciones porque “nadie sabe por cuánto tiempo permanecerán los precios récord. No nos parece una buena idea cerrarnos, porque cuando termine el conflicto los precios van a bajar. No nos pone contentos el motivo por el cual suben los precios, pero el mercado es así y esto hay que aprovecharlo”.

Según Zerboni, “la diferencia que existe entre el precio actual y el que se había tomado como referencia al estimar ingresos, nos permitiría lograr un mayor aporte fiscal, muy superior a lo recaudado por el nuevo fideicomiso, que provoca tensiones entre la cadena maicera y el gobierno. Nos esta pasando el tren y no nos subimos”.

Una posibilidad concreta es que España reemplace el maíz ucraniano por el argentino pero para eso se debería abrir un cupo especial de exportación a la Unión Europea. Desde el sector agroindustrial esperan que el Gobierno encuentre una respuesta rápida y que la eterna discusión que enfrenta a “la mesa de los argentinos” con la posibilidad de aprovechar los altos precios internacionales quede resuelta sin afectar a ninguno de los dos sectores.

 

Fuente: Ambito