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Desde su taller mecánico en El Cóndor Daniel Teramo ya hizo unos 500 rescates en el Camino de la Costa de Río Negro, pero nunca lo habían llamado para un salvataje desde tan lejos.

Daniel Teramo lleva 500 autos rescatados varados en la arena y acechados por el agua. En los últimos años, cuando por la alta demanda sumó ese servicio a su taller mecánico en El Cóndor en el espectacular Camino de la Costa de Río Negro, se acostumbró a recibir llamados o mensajes de conductores desesperados por el riesgo de perder su vehículo por el avance de la marea. Fue policía federal, es técnico superior en Criminalística, pero prefiere dedicarse a la mecánica en la villa marítima y sale al rescate incluso de madrugada, equipado con una linga, un globo y un inflable diseñado a medida conectados por una manguera al caño de escape. Pero lo que le pasó días atrás no le había ocurrido hasta ahora: un SOS desde Las Grutas. «¿Hacés auxilio 4×4? Necesito el servicio, por favor», leyó en el mensaje. «¿Dónde estás?», le preguntó al hombre. «Al lado de Piedras Coloradas», le respondió. «Pero soy de El Cóndor, a 200 kilómetros. Si me aguantás tres horas voy. Son 30.000 pesos», le dijo. «Bueno. ¿Podés traer un martillo? De yapa se me cerró con la llave adentro«», le comentó el conductor.


Al rescate en Las Grutas


Minutos después Daniel se subió a la Morocha, como le dice a su camioneta Mitsubishi modelo 99. «Un caño, nunca me deja gamba: es como un caracol, despacito despacito siempre llega«, cuenta.

Así de enterrada estaba la camioneta cuando llegó.

«Cuando llegamos allá la camioneta BMW 4×4 estaba metida en una pista de cuatriciclos, enterrada, con las llaves adentro, no había forma de sacarla. Primero, sin romper el video, sacamos la llave. Cuando la levantamos con el inflable, la camioneta casi no se movía. Me tiré abajo a revisar y tenía un semieje roto. ‘Ah, sí yo escuché un ruido’, me dijo. Al tener el semieje roto el control de tracción se la frenaba, Había que sacarla por una pendiente de casi 6 metros de altura y la camioneta no traccionaba prácticamente. Así que terminé rompiendo el embrague para hacerlo», relata.

«El último tirón que le pegué, que fue cuando la saqué, ahí me ya quedé sin embrague, no entraban más los cambios. Forzando pude meter uno para llegar a la casa de mi vieja que vive allá. Recién ahí dejó de traccionar la Morocha, qué caño tremendo. Ahí le saqué un semieje para que el hombre pudiera seguir viaje y volver a Neuquén. Y tuve que volver a El Cóndor a remolque, no me quedó otra. ¿Cuánto me costó? Y. me vino a buscar un amigo desde El Cóndor, así que 8.000 pesos de combustible más el asadito…»


Acechada por el agua


Lo del embrague tenía un antecedente cercano: una semana atrás, en el doble rescate de una camioneta Toyota 2015 que a su vez había intentado rescatar otra que se había encajado en la Bajada de Picoto en El Condór, exigió a fondo a la Morocha en el cemento. «Se ve que en el remolque se le rompió la luz del freno, se le quemó el fusible de stop, la paró y le quedó en parking sin poder arrancar, al ser automática. Así que me llamó desesperado. ‘¡Vení a sacarme!’ me decía porque a la camioneta ya se la estaba llevando el agua. Fueron 50 metros arrastrándola y había que subirla a la bajada por el cemento. Ahí el embrague había detonado». En Las Grutas, dijo basta.

Frente a la casa de su mamá en Las Grutas, Daniel le sacó el semieje roto a la camioneta.

¿Y cuánto le costó el rescate al neuquino? «Al final le cobré 40.000 pesos. Le había pasado 30.000 solo por ir y sacarlo por un rescate básico con el inflable, pero estaba muy difícil. Tuve que meter la linga de de 20 y pico de metros en subida pero la camioneta se encajaba al no tener tracción delantera. La tuve que levantar dos veces. Un rescate básico en El Cóndor lo cobro 2.500 pesos. A partir de ahí, el precio va aumentando por la distancia y la complejidad», describe antes de volver al trabajo.

Tarde o temprano, sabe que lo llamarán o le enviarán un mensaje con pedido urgente de rescate. Por imprudencia, por desconocimiento del manejo en la arena y de los horarios de las mareas, por fallas mecánicas. Como suele recomendar, lo mejor es no tomar tantos riesgos: «La gran inconciencia es la de meter los vehículos. Tienen que andar o quedar siempre en lugares seguros. Y recordar que lo que exponen es su patrimonio».

 

Fuente: Rio negro