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El ex jugador de la NBA representa a la automotriz y su vehículo emblemático de producción nacional: Alaskan. Un acuerdo con valores compartidos

Renault volvió a reunir a gran parte de la prensa automotriz después de un año donde la pandemia limitó los encuentros y puso restricciones a las presentaciones de forma presencial. Pero después de mucho tiempo, un vuelo chárter partió de Buenos Aires a Córdoba con el objetivo de visitar la planta de Santa Isabel y conocer los planes de la marca a futuro, en un contexto donde se está incentivando la producción nacional.

Sin embargo, apenas arrancó el evento, y antes del recorrido de la planta que fue renovada hace poco tiempo y cuenta con estándares de nivel internacional, la estrella del evento no fueron los autos, sino el hombre que se convirtió en embajador de la marca y especialmente de un producto, que es la pick up Alaskan, que cumple un año de vida. Se trata de Manu Ginobili, el mejor basquetobolista argentino de todos los tiempos.

Ginobili, un número uno del deporte y la vida.

Ginobili, un número uno del deporte y la vida.

 

El ex jugador de la NBA llegó a la Argentina de Estados Unidos y antes de partir a Bahía Blanca, donde están sus raíces, viajó a la provincia mediterránea para participar del “redescubrimiento” de Renault y explicar, en primera persona, por qué puso su nombre junto a esta marca y este modelo, qué lo une a la automotriz y cómo define su nueva etapa de vida post-básquet, sus negocios, necesidades de aprender, intereses y prioridades.

Manu Ginobili hoy

Vestido con una chomba blanca con el logo de Renault, el jugador habló de todo. Durante más de 40 minutos, contó que se ligó a la marca porque la considera un ícono de la Argentina, una empresa con 60 años de trayectoria que representa al país y con la cual comparte valores. Al mismo tiempo, recordó sus anécdotas con algunos modelos como el Renault 12 rural con el cual lo llevaban a lo entrenamientos de básquet cuando era chico, en una especie de pools con amigos del barrio, y luego las experiencias con su tío, quien tenía un Torino y le permitía vivir la adrenalina de ir a una mayor velocidad.

“Yo era muy obsesivo con los números, entonces siempre me metía y miraba hasta cuánto llegaban los autos en el cuenta kilómetros, y me acuerdo que algunos marcaban 240 km/h, o 220, y cuando por primera vez me subí al Torino y vi que la aguja llegaba al final del velocímetro, pensé que no era posible, era muy chiquito y pienso que tampoco había muchos autos en esa época que pudiera andar a esa velocidad. Era cuestión de mirar el velocímetro y ver cómo los kilómetros avanzaban rápido y como le sacábamos a mi papá 20 minutos en 10 kilómetros, ponele, así, ese es el recuerdo, lo rápido que pasaba todo alrededor y uno de chiquito magnificaba todo. Algo inusual y me recuerda esa sensación”, comentó.

Por otro lado contó: “Uno escucha hablar de la fábrica de Santa Isabel desde que nació, ha fabricado tantos autos icónicos de nuestro país. Ahora hace 4 años que estoy con Renault y Alaskan y me siento muy identificado. También es importante ser parte del equipo y poder conectar visitando la planta, más allá de lo que es manejar la Alaskan en el a día a día cuando estoy en el país”, explicó.

Manu usa la pick up cada vez que viene al país, especialmente por los médanos, en Monte Hermoso. “La Alaskan me gusta porque es alta y me permite transitar diferentes caminos. Una vez dormí en la caja, pasé una noche ahí, porque con mis amigos dos veces al año acampamos en la playa, a 20 kilómetros de Monte Hermoso, comemos un asadito y nos quedamos a pasar un día completo. Como nunca armé una carpa en mi vida, me llevé colchoncito, me tapé y obviamente abierta la puerta porque las patas no me entran. Le puse la capota por si llovía, la pasamos genial, es mi carpa también”.

Manu Ginobili junto a la Renault Alaskan.

Manu Ginobili junto a la Renault Alaskan.

 

En cuanto a sus días actuales, ratificó en todo momento la importancia que para él tienen algunos conceptos claves en la vida como son la responsabilidad, concentración, exigencia, y, sobre todo, la necesidad de seguir aprendiendo todo el tiempo para tomar decisiones. Sigue vinculado al equipo de dirigentes de la NBA, como una especie de “asesor” detrás de escena, y que no está preparado para trabajar full time, porque tiene prioridades como su familia, a la cual relegó durante todos sus años de jugador profesional.

Sin embargo, desde sus primeros grandes contratos empezó a preocuparse por cómo sería su futuro, y se rodea de gente que lo supo asesorar para saber en qué invertir y qué hacer cuando su estrellato en la NBA llegara al fin.

Hoy, las inversiones de Manu se concentran en las fintech y las nuevas tecnologías. Se siente atraído por apoyar a emprendedores, y así lo hace en el país y en el exterior, con todos aquellos proyectos que le interesan. Si bien reconoce no “entender” lo suficiente de este tipo de inversiones, se rodea de gente que lo asesora, lee, estudia y esucha podscast para asesorarse lo más que puede. La disciplina y la conducta siguen siendo ejes claves en su vida profesional y personal, las cuales no deja de lado en ningún momento.

En cuanto a la relación de las marcas con el deporte, dijo: “Creo que todavía no hay tanta atención al negocio del deporte y cómo mejorar la vida de los jugadores, de los empleados, lograr que se identifiquen con la marca o con el club. En estados unidos se está dando más, mientras acá, recién está empezando. Hasta ahora es muy específico, una marca tiene el poder de exhibición sea un River, Boca o la Selección Argentina o lo que sea, y ahí llegamos”. Hay mucho por aprender y llegar a un entendimiento para un vínculo mucho mejor”.

Durante el evento, y teniendo en cuenta que coincidió con el aniversario de la muerte de Diego Maradona, otro ídolo del fútbol argentino, también se le preguntó por su relación con el astro del fútbol. “Tengo los mejores recuerdos, conmigo mostró una generosidad casi irracional, porque le gustaba la NBA, y cada vez que tuve un contacto con él, fue por la fundación, programa, tengo una deuda de gratitud con Diego. Además todo eso recibiéndolo de una persona que te hizo saltar, ir a festejar, disfrutar, es un momento para rememorarlo, agradecerle. Me hubiese gustado tener una charla que no fuera pública, algo privado para escuchar sus anécdotas.

 

 

Fuente: Iprofesional