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La productividad está estancada no sólo en la oleaginosa, sino también en un sinfín de cultivos de las economías regionales.

La caída en las hectáreas que se destinan a la soja en la Argentina, que acumula un retroceso del 20% en siete años, podría leerse en primer término como algo positivo ya que los productores le están dando lugar a planteos de siembra con mejor rotación de cultivos. Pero lo cierto es que la oleaginosa no solo pierda en área sino también en rendimiento y calidad proteica, dos ítems claves en los que Estados Unidos y Brasil (principales competidores locales) pican en punta. Detrás de este fenómeno hay una solo explicación: la falta de un marco propicio en el que se potencie y respete la propiedad intelectual de las semillas, es decir la tecnología. Un escenario que además le hace perder al país al menos u$s3.300 millones al año, según proyecciones de la Fundación Producir Conservando.

“Cuando analizamos qué ha ocurrido en Brasil y Estados Unidos que son nuestros principales competidores en el mercado mundial de esta oleaginosa, vemos claramente una tendencia distinta. Brasil y EE.UU. en el mismo período (20 años) crecen en productividad al 2,25 y 1,84% versus el 0,8% de Argentina. Un dato importante es el hecho del reconocimiento de la Propiedad Intelectual (PI) en la compra de semilla de soja que se respeta en cada país. La información disponible es que mientras Estados Unidos y Brasil logran un 100% y 75% de reconocimiento de la PI, en Argentina se llega sólo al 30-35%”, explican desde Producir Conservando.

En este contexto, la clave es que el no reconocimiento de la propiedad intelectual, para las compañías de semilla en Argentina, implica una sustancial reducción de sus ingresos ya que por el uso propio por parte del productor en soja, al ser variedad y no semilla híbrida, se puede guardar semilla sin tener que comprarla todos los años y en la mayoría de los casos no se pagan regalías.

“El resultado económico de los semilleros condiciona su nivel de inversión de corto y mediano plazo para desarrollo y mejoramiento de nuevos genotipos en cada país y ello es sin dudas uno de los factores que condicionan el crecimiento de los rendimientos en Argentina.

De esta manera, considerando los niveles de tecnología utilizados en los tres países como equivalentes y adaptados a las condiciones de cada uno, si atribuimos la diferencia de rendimientos medios al progreso genético logrado en cada país podemos decir que: el no reconocer la propiedad intelectual en la semilla de soja le cuesta a la Argentina no ingresar un total de u$s3.373 millones, tomando un valor FOB medio de u$s515 por tonelada”, explican desde la entidad.

Industria aceitera

Además hay otro factor clave que también está complicando el negocio de la cadena sojera y es la caída en el nivel proteico del cultivo, algo fundamental en la elaboración de harina de soja, principal producto que exporta la Argentina. El retroceso en este ítem, además de cuestiones climáticas, también está asociado a la falta de tecnología en el cultivo.

Según cálculos de la Bolsa de Comercio de Rosario, esta situación generó “pérdida de ingresos por u$s575 millones para el complejo oleaginoso nacional. Estos menores ingresos por la baja de proteína terminan siendo afrontados por todos los integrantes de la cadena: fábricas aceiteras, productores agropecuarios, corredores, acopiadores y otros agentes de la comercialización local”.

Más allá de la soja

Lo cierto es que la problemática no solo se atañe a la soja sino que puede trasladarse a un sinfín de producciones y economías regionales, donde la tecnología también debería cumplir un rol estratégico para ganar productividad pero eso tampoco está ocurriendo por la falta de un marco propicio. Al respecto, Alfredo Paseyro, Director Ejecutivo Asociación Semilleros Argentinos, explica: “No estamos hablando de la necesidad de una Ley de semillas sino de una ley que dé respuesta a todo lo que es la gestión del conocimiento aplicado al mejoramiento genético, que en realidad es algo mucho más amplio. Porque ahí empezamos a ver lo que pasa en los sectores de las economías regionales donde está el garbanzo, poroto, maní, arroz, algodón, frutales, floricultura, el universo es inmenso y lo cierto es que cuando te corres de la Pampa Húmeda, el déficit del mejoramiento genético es muy importante”, sentenció.

Ley agroindustrial

Mientras tanto, en la ley agroindustrial que promueve el Consejo Agroindustrial y que llegaría muy pronto al Congreso hay un artículo específico respecto a las semillas. Paseyro adelanta: “Se propone un incentivo a la utilización de semillas fiscalizadas, en particular de autógamas y especies forrajeras. Significa que el productor compre semilla fiscalizada tenga un incentivo que le permita reducir su impuesto a las Ganancias 1,5 veces de lo que hace hoy. Buscamos cambiar la dinámica y poner el tema en valor para que cuando se den las condiciones se vuelva a discutir la necesidad de una Ley respecto a la gestión del conocimiento aplicado a la propiedad intelectual. De todas formas, sería un gran primer paso avanzar con la ley agroindustrial porque se estaría fomentan la utilización de semillas fiscalizadas”.

 

Fuente: Ambito