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La explotación de Vaca Muerta debería colaborar con el aporte para el diseño de tareas que maximicen el cuidado del medio ambiente. De la actividad en la formación pueden surgir montos para planes concretos de preservación.

Como he manifestado en anteriores artículos, hemos tenido y tenemos a nuestro alcance las posibilidades para desarrollar enormes potenciales en campos hidrocarburiferos, convencionales y no convencionales, como se conoce en la actualidad

Ha habido una innumerable cantidad de actores, que contribuyeron a diferentes desarrollos, de exploración, explotación, en nuestras cuencas y territorios provinciales, para cosechar un rico historial de datos que hace interesante el desafío en nuestro futuro próximo.

Existen proyectos de ampliaciones de ductos actuales y construcción de nuevos ductos, fundamentalmente de gas , pues al parecer, el gas será el combustible que nos podría ayudar en la “transición energética”.

Esta transición es obligada por la conocida situación ambiental en que se encuentra nuestro planeta, su avance en las últimas décadas está amenazando la vida en el mismo.

Tenemos un reloj que nos va marcando que las manecillas avanzan y sin posibilidad de detenerse, lo cual se hace necesario buscar soluciones verdaderas para atender esta amenaza. No tenemos margen a errores. No hay forma de negociar con el cuidado de nuestro ambiente: debemos cuidarlo.

Es hora de abordar la toma de decisiones, para de esta forma llegar desde el producido en boca de pozo, al mercado en donde se encuentre, tanto en petróleo como en gas. Está muy claro que las mismas dependen, de los diversos planes que se originan en el marco nacional para luego trasladarse hacia las provincias.

Es útil saber que existen competidores a nivel global, como también se debe generar confianza con el fin de atraer inversiones, las que necesitan un espacio de tiempo para que el proyecto sea concretado y por ende se generen los beneficios, que en parte irá restituyendo el monto invertido como también reinvirtiendo.

En este sentido, la responsabilidad de los Estados nacional y provinciales es mayúscula, pues a través de sus regulaciones y reglamentaciones incentiva o no la toma de decisiones para ejecutar aquellos proyectos que tengan relación con los hidrocarburos.

Así se puede analizar que esta riqueza -del tamaño que sea- está disponible a varios cientos de metros bajo la superficie terrestre; que existe tecnología disponible; que todavía existe financiamiento en el mundo, a pesar de recientes recomendaciones a nivel mundial para el cuidado del ambiente; que quiere arriesgar como si fuera la última ficha, en estos tipos de proyectos, y que tenemos un capital enorme de talento profesional y técnico formado in situ.

Nuestra dirigencia tiene que tomar nota del desafío enorme en que nos encontramos: por un lado explotar nuestras riquezas hidrocarburiferas convencionales y no convencionales y, por otro lado, intensificar el cuidado del ambiente.

El equilibrio que existe entre estos dos puntos significará la posibilidad de transitar en un tiempo limitado, obteniendo los beneficios que debería dar ganancias de la actividad hidrocarburifera e ir volcándolas en acciones para la maximizar el cuidado del ambiente.

A mi juicio, debería irse escalonada y progresivamente, transfiriéndose desde esta actividad que ostenta una antigüedad de más de 100 años a la preservación del medio ambiente, pero esto obliga un plan que debería estar consensuado por todas las fuerzas políticas, pues hay mucho en juego.

Esta actividad en su desarrollo, fue incorporando dentro de sus objetivos, el cuidado del medio en donde se lleva a cabo. Los Estados deben ser actores principales, en este accionar y para ello deberían planificar acciones en forma inmediata, por ejemplo en el plano educativo.

En ese orden puedo citar, dentro de mi experiencia que a fines de la década de 1980, integré un grupo de jóvenes profesionales en la estructura energética de la provincia del Neuquén, que brindó una capacitación a un grupo de docentes de escuela primaria, en un programa denominado Uso Racional de Energía (URE), resultando muy interesante en esos tiempos en opinión de los participantes.

Desde aquellos momentos al presente, no recuerdo haber visto este tipo de campañas, quizás existieron, pero fueron aisladas o no tuvieron el debido acento.

Hoy, transitando la pandemia hemos sido invadido por información de diversa índole y dentro de ella lo acuciante, es lo relacionado al cambio climático, que nos está dando señales que nos inquietan.

Es cierto que Argentina no es un país de grandes aportes de contaminación (menos del 1%), pero tenemos tareas pues estamos dentro del planeta Tierra.

De esta forma, la explotación de Vaca Muerta, debería colaborar con el aporte para el diseño de tareas que maximicen el cuidado del medio ambiente, caso contrario de donde pueden surgir montos que permitan que nuestro país pueda llevar adelante planes concretos para preservar el cuidado del medio ambiente.

Parece descabellado lo último expuesto, pero puede ser una de las últimas oportunidades para mejorar la conducta de nuestra sociedad en armonía con la naturaleza, pensando también en nuestras próximas generaciones, pues se escuchan voces que anuncian cambios climatológicos más acentuados en próximos tiempos.

 

 

Fuente: Ambito