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¿Aumentan las posibilidades de roturas y fallas mecánicas?

En las últimas horas se supo que la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV) pretende reducir a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima en las calles de las ciudades y los pueblos por una cuestión de seguridad vial. Ahora bien, ¿puede esto ser perjudicial para los autos?

La Federación Española de Empresarios Profesionales de la Automoción (Conepa) publicó un informe para explicar en qué puede afectar el nuevo límite de velocidad máxima a los vehículos. En España, ya entró en vigencia esta medida de 30 km/h como tope para trazados urbanos (no avenidas).

Lo primero que aclara la Conepa es que las repercusiones que puede tener circular a 30 km/h depende en gran medida del tipo de vehículo, la motorización y del estilo de conducción de cada persona.

El problema más importante podrían tenerlo los vehículos que cuentan con motores que incluyen filtro de partículas, principalmente los diésel que cumplen la norma Euro V o Euro VI.

Si se circula de forma continuada a 30 km/h, el vehículo “tendrá problemas para efectuar una auto-regeneración del filtro de partículas (destinado a eliminar la partículas de hollín de la combustión) cuando alcance su punto de saturación, ya que para ello se requiere una velocidad, régimen de giro y condiciones que no se dan a esas velocidades, por lo que el vehículo deberá acudir a un taller para realizar una regeneración forzada tarde o temprano”, explican los especialistas.

Por otra parte, aseguran que el nuevo límite “también puede suponer tener que realizar una descarbonización del sistema de admisión con mayor frecuencia”.

Con la posible nueva normativa, otro de los elementos que más afectado podría resultar es el sistema de refrigeración. “La baja velocidad hará que el flujo de aire aspirado por la propia marcha del vehículo sea menor, obligando a forzar la ventilación mediante una puesta en marcha más frecuente de los electroventiladores”, dice la Conepa.

Los más beneficiados por esta medida son los autos eléctricos. A bajas velocidades, este tipo de vehículos ofrecen una mayor autonomía y su buena capacidad de retención les permite una menor utilización del pedal del freno, incluso el aporte de energía para recargar la batería.

La propuesta de la ANSV

La Agencia Nacional de Seguridad Vial recomendó a los gobiernos locales que bajen a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima en las calles de las ciudades y los pueblos. El objetivo es reducir la cantidad de siniestros viales y, a su vez, proteger la vida de la ciudadanía.

Según la ANSV, la velocidad a 30 kilómetros por hora “reduce sustancialmente” la distancia de frenado de los vehículos ante una situación de emergencia. Eso, en base a la experiencia de otros países (dice la entidad), incide en la caída de la siniestralidad. En Bogotá, por ejemplo, limitar algunas calles a 30 km/h ocasionó un descenso del 32 por ciento en la mortalidad relacionada a los accidentes de tránsito.

Los estudios de los organismos de seguridad sostienen que una persona atropellada a 30 kilómetros por hora tiene un riesgo de morir “de apenas el 10 por ciento”. “Dicho de otro modo, de cada diez personas atropelladas a 30 km/h, sobrevivirán nueve”, asegura la ANSV. A medida que aumenta la velocidad, la chances de sobrevida de un peatón “se reducen exponencialmente”.

“Reducir la velocidad máxima permitida en calles a 30 km/h puede salvar vidas y mejorar la convivencia segura entre peatones, bicicletas, motocicletas, vehículos de cuatro ruedas, así como con los nuevos vehículos que surgen en las ciudades en respuesta a la movilidad urbana”, aseguran desde la ANSV.

Hoy por hoy, ya están limitadas a 30 km/h en ciudades de África, América del Norte, Asia, Europa, América Latina y Australia “con buenos resultados”, dice la ONU.