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La dilación de los bloqueos de rutas encendieron las alertas en la industria. Al costo local y el cepo al dólar se suma ahora la conflictividad en la ecuación de las inversiones. Las fracturas caerán y es posible que se afecten los niveles de producción.

Los cortes de rutas y caminos que desde la semana pasada llevan adelante los trabajadores del sistema público de salud no solo generaron la parálisis de prácticamente el 80% de la actividad en Vaca Muerta, ese motor energético en el que desde los diversos sectores políticos se ha depositado la esperanza de poder dar un impulso exportador al país. Los bloqueos generaron un daño mucho más difícil de cuantificar, un daño a futuro, en la imagen internacional de Vaca Muerta.

La protesta de los trabajadores sanitarios comenzó como un piquete más, de los tantos que se han visto en el país, en Neuquén y en Vaca Muerta, incluso este año. Pero con el paso de los días hubo dos factores que son los que signaron que se convirtieran en una suerte de cisne negro, pero no tan inesperado. Por un lado, los cortes han tenido un gran acierto en su ubicación, no solo por ser ocho los que afectan a casi todos los caminos nodales de Vaca Muerta, sino porque su ubicación bloqueó los puntos clave de la logística de transporte tanto de insumos y equipos, como de personal.

Pero sin lugar a dudas, el factor desequilibrante de los cortes fue simplemente su extensión en el tiempo.

El primer día de bloqueos fueron pocos los equipos que debieron frenarse, fundamentalmente porque las empresas no podían garantizar la rotación del personal por contar con piquetes en las puertas mismas de los yacimientos.

Pero con el pasar de las jornadas los problemas se fueron multiplicando. Algunas firmas que habían logrado renovar sus trabajadores se enfrentaron a la falta de insumos indispensables como las arenas de fractura que dejaron de fluir al mar de Vaca Muerta. Y que tras más de una semana de bloqueos marcaron que cerca del 80% de la nueva actividad de la formación, la perforación y fractura de pozos y las obras de infraestructura se debieran paralizar.

La protesta del sector de Salud paralizó en gran medida la actividad hidrocarburífera. (Foto Florencia Salto)

Las empresas, muchas de ellas internacionales, se vieron entrampadas en un conflicto en el que son el pato de la boda. No tienen ningún poder de resolución, pero son el sector que diariamente ve cómo se pierden hasta 2,5 millones de dólares tan solo por el costo de los equipos parados, y en cuestión de días podrían tener que cerrar buena parte de la producción.

Pero la peor parte de esa trampa en la que se encuentran las operadoras es que pareciera ser que se está ante un conflicto sin resolución, sin señales de cuándo y cómo podrán volver a trabajar, sin luz al final del túnel.

Esa imagen es la del daño a futuro que generó la dilación de la protesta del sector sanitario. Ya que más allá de los 17 millones de dólares de pérdidas que llevan acumulados los equipos parados, el mayor daño es el de las inversiones que ahora dudarán seriamente de llegar.

Un ejemplo de esto lo da una consultora boliviana, especializada en la exportación de gas natural. La firma cuenta con un proyecto de mediano plazo para reemplazar la declinante producción de Bolivia con gas de Vaca Muerta para llevarlo a parte de Bolivia y Brasil, el cual fluiría en un par de años en el sentido opuesto por las líneas que hoy traen el gas importado del Altiplano.

Pero esa firma cuenta con cinco socios internacionales que fueron los primeros en dejar los teléfonos en rojo ante la extensión de los cortes de caminos en Neuquén. Según se supo, las firmas estarían ahora más cómodas analizando la importación de gas natural licuado (GNL) por algún puerto brasileño, que arriesgándose a invertir en un desarrollo en una tierra en donde los conflictos parecen no ser controlables.

Desde las empresas internacionales que operan en Vaca Muerta se advirtió la gravedad que representa la dilación de esta protesta sanitaria para el sector, al ponerla a la par de países con conflictos sociales gravísimos como Myanmar con su golpe de Estado o Mozambique con los ataques terroristas.

En términos de algunos referentes de esas empresas, “el riesgo para las inversiones que implica esta protesta hace que sea más riesgoso invertir hoy en Vaca Muerta que en África o un país en guerra”. El punto de ese riesgo no radica en la protesta, ni su metodología, sino en la inacción -o incapacidad- de los gobiernos para destrabar el conflicto.

Los bloqueos en Vaca Muerta son sin dudas la peor crisis que ha vivido Vaca Muerta desde la perforación de sus primeros pozos hace poco más de una década. Y si bien encontró a la formación en un momento dulce, batiendo récords de fracturas y producción de petróleo tras un año para el olvido como fue el 2020, es más que probable que esos récords se corten en este mes y que no solo se asista a un desplome de las etapas de fractura sino también a una caída en los niveles de producción.

Por los bloqueos la producción de gas hacia el país corre riesgo de verse seriamente cortada.

A un lado o al otro del mostrador político, hay consenso en el potencial de Vaca Muerta. En la capacidad de la formación shale no solo de generar un salto en la producción de gas y petróleo, sino de atraer inversiones multimillonarias que redunden en excesos de producción que viabilicen exportaciones como la que estaba planeando la firma boliviana.

Pero la incapacidad del Estado para blindar a su gallina de los huevos de oro de las protestas sociales -independientemente de si son o no legítimas- terminó dibujando al detalle la imagen de quien se dispara en los pies. Y al calor de las ollas populares, la gallina de los huevos de oro corre hoy el riesgo de convertirse solo en guiso.

El detalle de los equipos que debieron parar

El inicio de los bloqueos de rutas y caminos en el corazón hidrocarburífero de Neuquén marcó que con el paso de los días fueran cada vez más los equipos que debieron paralizar sus operaciones.

Hasta ayer habían tenido que suspender sus tareas 19 de los 24 equipos de perforación o rigs que están activos en Vaca Muerta.

En el segmento del mantenimiento también se sintieron los bloqueos que impidieron la llegada de dotaciones de personal e insumos y obligaron a que al menos 12 workover, pulling y coiled tubing no pudieran trabajar.

Mientras que el segmento dedicado a la fractura de pozos también se vio fuertemente golpeado, en especial con el pasar de los días que impidió la llegada de arena de fractura.

Sobre un total de cinco sets de fractura que operaban en Vaca Muerta fueron cuatro los que debieron paralizar sus trabajos hasta ayer.

Además de estos equipos muchas obras mayores y menores también se frenaron.

 

 

Fuente: Rio negro