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Estados Unidos brindó más detalles de su plan para apuntalar el desarrollo de las energías limpias. Quieren recaudar unos 35.000 millones en una década.

El presidente de Estados Unidos Joe Biden no solo planea eliminar subsidios a las empresas de petróleo y gas, sino también incrementar algunos impuestos al sector con el objetivo de recaudar 35.000 millones de dólares en la próxima década.

Desde el Tesoro de Estados Unidos revelaron la semana pasada, en el Plan Tributario Americano (ATP, por sus siglas en ingles), que Los beneficiarios de estos subsidios actualmente se concentran en un “puñado de empresas”. El informe amplía las propuestas fiscales en el paquete económico de 2,25 billones de dólares de Biden presentado la semana pasada.

Está más que claro que el plan encontrará una fuerte presión por parte de la industria petrolera y por consiguiente en el senado. Nada raro para el actual oficialismo que ya sorprendió a varios ejecutivos en los primeros meses de su mandato al cancelar el multimillonario oleoducto Keystone XL y restringir la perforación en tierras fiscales.

Sin dar muchas vueltas, el Tesoro informó en la presentación del plan que el principal impacto sería “en las ganancias de las empresas de petróleo y gas“. Además, aseguraron que, acorde a sus cálculos, los consumidores tendrán poco impacto en los precios de la gasolina o la energía y “tampoco habrá un impacto significativo en la seguridad energética”.

Con las reglas actuales, las petroleras se benefician de elementos del código tributario que les permiten deducir los costos de perforación en las primeras etapas del ciclo de vida de un proyecto y pueden patear las pérdidas durante varios años.

Desde el oficialismo recolectaron apoyo de algunos grupos industriales que afirmaron que estas medidas no son específicas de los combustibles fósiles y están diseñadas para fomentar la inversión.

Aun así, el plan fiscal de Biden era claro en su intención bajar el apoyo del estado a la industria del petróleo y el gas, mientras en paralelo proporciona una serie de incentivos para la energía limpia, la resiliencia al cambio climático y el almacenamiento de carbono.

“Las preferencias fiscales para los productores de petróleo, gas y carbón reducen hoy sus obligaciones fiscales en relación con otras empresas”, dijo el Tesoro. “Las empresas de combustibles fósiles se benefician además de importantes subsidios implícitos, ya que venden productos que crean externalidades, pero no tienen que pagar por los daños causados”.

 

 

Fuente: Rio negro