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Es por las trabas a las importaciones y producción limitada por desabastecimiento de piezas. Las marcas premium importadas, en las que más demora hay; pero también en algunos modelos nacionales. Brecha cambiaria, pese a baja del blue, sigue incentivando la demanda.

“Hoy, los autos importados no tienen precio. El cliente puede llegar a pagar hasta el doble de lo que marca la lista oficial, si a alguna concesionaria le queda algo de stock, o esperar siete u ocho meses a que entre el modelo buscado y jugarse a que le termine saliendo más caro”, señaló a Ámbito un importante dealer del sector . Esa es la realidad que se vive el mercado por el desabastecimiento de 0 km del exterior e, incluso, de vehículos nacionales, como consecuencia de los problemas para producir por la falta de piezas que llegan de otros países.

Desde una concesionaria BMW, la visión es similar: “Nosotros no tomamos compromiso de entrega porque no hay ninguna seguridad de cuándo llegarán las unidades. Sólo vendemos si tenemos el auto en el local. No se le puede tomar la seña a un cliente y pedirle que espere hasta octubre o noviembre a que llegue el vehículo.” También en agencias de Audi se vive la misma situación. “Ante la falta de autos, tomamos los datos de los interesados y, cuando nos llega la unidad a la concesionaria, los llamamos para ver si sigue interesado en comprar. En ese momento se fija el precio. Con las demoras que hay en la aprobación de los permisos de importación entra a jugar la ley de oferta y demanda”, explicó el dueño de una concesionaria de Capital. Hace dos semanas, el gerente general de Audi Argentina, Conrado Wittstatt, reconoció a Ámbito que la demanda actual de vehículos es muy superior a la oferta. “Si hubiera disponibilidad de vehículos, podríamos vender el doble de unidades de las que estamos comercializando” señaló.

Esta situación no sólo se registra en estas tradicionales marcas premium. Toda la oferta de importados está restringida y, aún en segmentos medios o chicos, las demoras de entrega superan los tres meses. En este caso, no se trata de vehículos que traen distribuidores oficiales de marcas no radicadas sino, especialmente, los que ingresas los propios fabricantes, que son los principales importadores. Esta semana, el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, negó que hubiera trabas a la importación y limitó el problema a un porcentaje menor del mercado. Sin embargo, en las terminales locales viven todos los días luchando para que se les aprueben los permisos SIMI, el formulario necesario para nacionalizar un 0 km. Las redes de concesionarias de estas automotrices, confirman el gran faltante de autos. Por ejemplo, según fuentes del sector, Toyota tiene una lista de espera de unas 20.000 unidades de toda su gama. El caso de la pickup Hilux es emblemático. Pese a ser un modelo de producción nacional, los compradores deben esperar no menos de seis meses para adquirir una unidad. El ritmo de producción está limitado por el faltante de piezas y, a su vez, hay una demanda muy fuerte generada por dos motivos. Por un lado, la brecha cambiaria hace atractiva la compra de autos ya que se pagan en pesos al cambio oficial. Los tenedores de dólares necesitan menos billetes para realizar la compra ya que los venden al valor del blue. Esto explica la demanda que hay en todo el mercado. A su vez, las Hilux -como sus competidoras Amarok, Ranger, Frontier, Alaskan- pickups tienen un interés particular ya que muchos consumidores, ante la falta de modelos importados de segmentos como el de los SUV, buscan las pickups nacionales más equipadas como alternativa.

Si bien hay más clientes que compradores en casi todos los segmentos, por esta particularidad cambiaria, la baja del dólar paralelo de las últimas semanas apaciguó un poco la demanda pero no tanto como para equilibrarse con la escasa oferta existente.

 

Fuente: Ambito