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El impulso a las energías limpias es una oportunidad para desarrollar nuevos proyectos en la Argentina. Hoy se producen casi 4 gigavatios en total, pero hay un potencial enorme. Expertos analizaron las claves para superar la barrera del financiamiento.

Con el avance de las energías limpias en el mundo se abre una ventana para las empresas locales. En este marco, la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER) organizó un webinar con expertos sobre oportunidades de negocios para el sector de las energías renovables en el país, con información clave para los emprendedores.

El encuentro lo abrió Claudio Farábola, CEO de la Eurocámara, quien destacó el avance del Green Deal en Europa y sus medidas para reducir las emisiones contaminantes. “No es el ambiente o la economía o el hombre, sino los tres. Ese es el cambio estratégico de visión. En la Unión Europea, el 95% de los ciudadanos están preocupados por este tema y el 75% pidió normas y acciones para que sea haga efectivo el cambio de modelo, que es un nuevo modelo vida, producción y consumo”, introdujo Farábola, y comentó que el bloque destinará 250.000 millones de euros por año hasta 2030 para energías renovables

Farábola aseguró que esos fondos no sólo irán a la movilidad, que es responsable del 25% de las emisiones, sino a fabricación de viviendas sustentables, la producción industrial, principalmente la siderúrgica, y la agrícola ganadera. “Europa tiene 15 o 20 años de trabajo adelantado respecto de Argentina. Acá ya se recorrió el camino del respeto del medio ambiente, el cuidado y la atención, el uso responsable de los recursos, la promoción de las energías renovables y se llegó a la transición integral de un modelo de producción y consumo sustentable. El sistema europeo empresarial de Europa ya lo hizo y en Argentina lo está haciendo despacito”, afirmó.

El italiano explicó las líneas de trabajo actuales: química verde, producción con elementos sustentables (pintura, psicofármacos); energías renovables en áreas mineras o en zonas rurales; seguridad energética, que es obtener la cantidad de energía necesaria a un valor razonables; la sustitución de combustibles fósiles; los proyectos de la economía circular, y la producción agrícola y de alimentos. “Para los productores argentinos significa nuevos mercados de exportación. El cumplimiento de las normas no es una barrera, es una oportunidad de negocios”, sentenció.

El directo de Cader, Juan Manuel Alfonsín, celebró que en las últimas dos semanas se incorporaron 300 megavatios de origen eólico de parque de Chubut y Santa Cruz. “Las energías renovables llegaron para quedarse. Cada provincia tiene que adherir a la ley 27.424 de energía distribuida porque queremos consumidores empoderados, que se sustituyan subsidios con autogeneración, y estamos trabajando por una nueva ley de energía solar térmica”, adelantó.

Para Alfonsín, la Argentina posee todos los elementos necesarios para tener una matriz productiva verde. “Estamos incursionando en hidrógeno verde, y todo lo posible para que las energías verdes sean una realidad. Tenemos recursos de todo tipo: sol, viento, de agricultura”, remarcó.

Simón González, de Low Carbon & Circular Economy, advirtió que en el mundo se espera una aceleración de la transición a energías más limpias. “Estados Unidos y otros país asumieron compromisos en la disminución de emisión de gases de efecto invernadero”, señaló, y agregó que este tema está en la agenda de los empresarios argentinos. “Todos estamos convencidos que Argentina tiene mucho potencial para dar y Europa tiene mucho para aportar, a partir de su experiencia y conocimiento”, expresó.

González comentó que los europeos realizan un scouting tecnológico para cerrar “buenas alianzas” con empresas argentinas. “A los que ya están trabajando como socios les ofrecemos un paquete de servicios y beneficios para acelerar y concretar negocios, como pruebas piloto de tecnologías o el financiamiento de proyectos, que no es solo una dificultad de conseguir en Argentina, sino en el sector”, evaluó.

El BICE es uno de los bancos que posee una línea de financiamiento con fondos del Banco Central Europeo. “Estamos preocupados y ocupados para desarrollar proyectos en la Argentina, con incorporación de tecnología europea para la región”, añadió González. Programas similares de asistencia técnica ya se aplicaron en Brasil y Chile, con éxito. Por ejemplo, la firma PlanET, con sede en Vreden, Alemania, construyó una de sus 400 plantas biogás junto a un socio brasileño en el país vecino.

El experto en financiamiento climático Martín Dapelo aseguró que a fines del 2020 -año de la pandemia- sucedieron tres hitos importantes para las energías verdes. El primero fue que Wall Street identificó al cambio climático como el principal riesgo de sus activos, y eso hizo que los grandes fondos de inversión obligatoriamente cambiaron la mirada para destinar inversiones. El segundo fue que unos 70 líderes mundiales ratificaron y aumentaron sus ambiciones climáticas, focalizados en proyectos de renovables. Y el tercero el regreso de EE.UU. al Acuerdo de París con Joe Biden.

Según Dapelo, en la actualidad por cada un dólar de inversión en energías renovables todavía hay u$s157 en hidrocarburos. “Eso demuestra lo desigual que es esta carrera”, analizó. “En Argentina tenemos que crear proyectos atractivos para esos inversores, por qué hoy el dinero está disponible en el mundo. Nos falta organizarnos”, alertó.

Otros de los problemas domésticos son las demoras en las iniciativas adjudicadas del RenovAr, por imposibilidad de realizar el cierre financiero. “Cuando esos proyecto se planificaron tenían una tasa del 7% al 9% y después de las PASO del 2019 saltaron al 14%. Hoy ni siquiera hay accesibilidad a esos préstamos. También los problemas de la macroeconomía y un riesgo país en casi 1.700 puntos hacen que esos proyectos no puedan encontrar la salida”, describió. “La oferta que queda tiene tasas incompatibles con el negocio de las renovables”, concluyó.

Una de las oportunidades a corto plazo es crear parques de mediana escala, a nivel cooperativas y municipios, con un fideicomiso de administración para desarrollar esos parques con excedentes de pesos, ante la imposibilidad de acceder a dólares, y otra opción es promocionar la generación distribuida privada, que hoy ya aglutina a 2.000 empresas en el país. Brasil ya superó a la Argentina al pasar los 4 gigas y empresas multinacionales como Amazon o Disney solas desarrollan 30 gigas de energía limpia.

Marcelo Faramiñán, gerente comercial del BICE, tiene a cargo el desarrollo de fondos verdes para el clima y otras fuentes de financiamiento. “El BICE siempre financia inversiones con el plazo necesario para que se pague a sí mismo, con cinco años como mínimo. El objetivo es que la inversión se lleve a cabo. Y descartamos que el empresario conoce el mercado donde se desenvuelve y sus productos. No desmenuzamos el proyecto, ni nos metemos en el producto”, señaló. El tope de los créditos es $160 millones.

El BICE ya financia proyectos de eficiencia energética como la compra de máquinas que producen con menor consumo, un cambio de luminarias en una planta con lámparas led o construcciones con mejor panelería y cierres. “Todo proyecto tiene una parte de eficiencia y es financiable”, aseguró. Las líneas son en dólares para exportadores o en pesos. En moneda local son hasta 84 meses con tasas Badlar más un plus del 6%. Para pymes tiene un tope de 36% en los primeros dos años. En dólares la línea es a 15 años, con tasa base Libor más 5,5%. “Las líneas no son un corset, sino un lineamiento general para abordar el proyecto, según cada necesidad. Son flexibles ya adaptables”, indicó Faramiñán.

A su turno, María José Báez de la Frankfurt Shchool-UNEP recalcó vía streaming que las renovables requieren una gran inversión de capital inicial, que si no aparece, ponen directamente en duda el proyecto. “La falta de financiamiento con condiciones razonables es muchas veces una barrera”, estimó. Sin embargo, aclaró que existen soluciones. “Una empresa argentina quería invertir en equipos de eficiencia eléctrica y el ahorro por menos consumo de electricidad era la garantía para el repago del deuda”, ejemplificó.

En Alemania las empresas que quieren exportar a la Argentina dan beneficios y los trasladan al importador, además de acceder a mejores seguros de exportación. Báez contó que también hay otras formas de financiamiento que surgen. En Frankfurt Shchool crearon una plataforma de crowinvestign que se llama Frankly.Green y canalizan fondos alemanes para Perú, que prontamente se extenderá a otros países para proyectos verdes, ya sean renovables o distribuida. “Cada vez hay más alternativas, estas energías llegaron para quedarse”, coincidió con Alfonsín.

Pablo Cortínez, experto en financiamiento no tradicional de energías renovables, destacó el uso de los bonos verdes. “Es como una deuda tomada en el mercado de capitales y tiene diversos tipos de emisores como los Estados (Chile), provincias (La Rioja y Jujuy), municipios o privados. Lo interesantes es que a diferencia de las ON el destino de los fondos tiene que estar asignado proyectos que beneficien el ambiente”, detalló, y reveló que desde el 2007 cuando se emitió el primero y hasta el 2020 el total de bonos verdes llegó a 3 trillón de dólares en el sentido americano (u$s1 billón).

Los datos por destino revelan que el financiamiento climático va primero para energías renovables y luego a construcciones y transportes limpios. Brasil y Chile son los principales emisores en montos de bonos verdes, luego vienen México y Colombia y más atrás Argentina y Perú. “Los fondos de esos bonos en América latina crecieron del 31% al 44% respecto del total mundial. O sea, el 50% de los emitidos en nuestra región fue a energías renovables. En Argentina los u$s200 o u$s300 millones que emitieron las dos provincias también fueron a renovables, es un 90% del total. Pero existe un gran potencial para otros tipo de destinos”, sostuvo Cortínez.

En esta línea destacó los bonos sociales, que en este caso van a energía asequible para grupos vulnerables, infraestructura básica y hasta cuestiones de salud, como los coronabonds. Y luego están los bonos sostenibles, que son el mix de verdes y sociales. Del total de bonos climáticos el 83% fue verde en 2018: bajó a 74% en el 2019, y en el 2020 se equipararon.

Según Cortínez, hoy los inversores cada vez son más demandantes de instrumentos que no solo se conozca el destino de los fondos, sino que también que al final del día sepan cuál ha sido la disminución de gases de efecto invernadero que han tenido esas iniciativas. A nivel del financiamiento de pymes, los bancos ofrecen créditos a través del protocolo de finanzas sostenibles del país, que reúne a 21 entidades y representa al 80% del market share por volumen de préstamos. “Con esto se bajan fondos a través del mercado y organismos multilaterales de crédito, que a su vez bajan a las empresas argentinas que no necesariamente encaran grandes proyectos”, comentó.

Hoy las empresas vinculadas a proyectos de energía renovables y economía circular deben estar preparadas. “No hay que esperar que la situación macro mejore. Estos procesos llevan cuatro o cinco meses. Hay que estar preparado desde el momento en que se toma la decisión de iniciar un proyecto”, subrayó Cortínez.

 

 

Fuente: Ambito