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La pandemia alteró los planes originales, pero igual Guillermo Nielsen no consiguió acomodar la gestión de la petrolera. La apuesta del Gobierno es que el nuevo presidente, Pablo González, trabaje en coordinación con el área de Energía para potenciar el sector.

El flamante cambio de presidente de YPF obligó a hacer un precipitado balance del año de gestión de Guillermo Nielsen al frente de la petrolera, y conjeturas del mismo tipo acerca del desembarco del santacruceño Pablo González. Lo cierto es que la salida de Nielsen confirmó las que hasta ahora eran interpretadas como señales de tensión entre la formación e impronta financiera con escasa experiencia en el sector petrolero del ex secretario de Finanzas de Néstor Kirchner y su alineamiento con la voluntad política que presupone estar al frente de una empresa público-privada.

En efecto, Nielsen anunció su salida a través de un hilo de twitter en el que hizo foco en el trabajo de reestructuración de la deuda de la compañía en curso “que se ha encarado de manera totalmente profesional, teniendo en cuenta las formidables restricciones que nos fija la macroeconomía”. También compartió el “nuevo desafío que le fue ofrecido por el Presidente de la Nación” (como embajador en Arabia Saudita).

“El rol de Nielsen estaba un poco desdibujado desde el inicio de la gestión”, confirma Víctor Bronstein, director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad. “Un tipo con un perfil que venía bien para el momento porque uno de los temas más importantes a resolver por YPF es su deuda con bonistas. También trabajaba en una Ley de Hidrocarburos para crear un fideicomiso en Estados Unidos y garantizar inversiones para favorecer el desarrollo de Vaca Muerta”, agrega.

Pero como pasó con prácticamente todo lo proyectado en el 2020, la pandemia cambió el escenario y los planes de Nielsen. Energía fue uno de los sectores mas afectados a nivel global porque, al restringirse la actividad a nivel mundial, bajó la demanda de petróleo e impactó en una abrupta caída en el precio. En Argentina la demanda cayó de 500 a 220 mil barriles diarios. En este marco, no solo el proyecto de Nielsen respecto a Vaca Muerta se vio alterado sino que también agudizó las diferencias en los caminos que podía tomar la petrolera en el contexto de crisis.

“Cuando nombraron a Nielsen lo celebramos porque pensamos que le iba a dar un paraguas financiero interesante a YPF. Él es una ficha importante en el circuito financiero. Pero la verdad es que eso no sucedió. Fue un fracaso lo de Nielsen en el área financiera“, afirma Andrés Repar, vicepresidente del Instituto de Energía Scalabrini Ortíz (IESO).

Política

Bronstein especifica dos momentos concretos donde Nielsen tuvo posturas no alineadas con la política del gobierno y probablemente hayan tensionado el vínculo. Por un lado, la presión por aumentar el precio de los combustibles apenas asumida la presidencia. “Desde el punto de vista empresarial se entiende, pero tiene muy poco sentido político.  No porque no había que darlos, de hecho había que hacerlo porque si no YPF quedaba desfinanciada luego del congelamiento que aplicó el macrismo para intentar calmar las aguas y revertir el resultado de las PASO que anunciaba ganador a Fernández; pero los tiempos políticos son otros”, reflexiona. Efectivamente, los aumentos en los combustibles comenzaron seis meses después de ese anuncio y posterior suspensión de la suba del 5 por ciento de los combustibles en diciembre del 2019.

El segundo momento fue con la firma del decreto que fijó transitoriamente el precio de comercialización del barril de petróleo en el mercado interno a un valor más alto que el internacional para mantener las fuentes de trabajo en la industria. “Cuando se firmó el decreto, Nielsen no asistió, aunque sí lo hizo el CEO de la firma, Sergio Affronti, quien se alineó más a la política del Gobierno”.

Para Bronstein el desembarco de Affronti, un ejecutivo recomendado por Miguel Galuccio con 27 años de trayectoria en la industria petrolera, como CEO de la compañía en abril del año pasado contribuyó a desplazar cada vez más a Nielsen del control de la empresa.

Coherencia

Sobre las expectativas de la nueva gestión,  Bronstein rescata que le va a dar “coherencia a la conducción, más homogeneidad y armonía para poder desarrollar políticas. Eso es fundamental para gestionar cualquier empresa”.

La expectativa en la gestión de González es recuperar una mirada más federal de la explotación. “Por sus orígenes, pareciera que se le va a dar una perspectiva de desarrollo local que va más allá de Vaca Muerta, que tiene mucho potencial pero finalmente es un tema que nos excede en la dimensión del mercado”, opina Repar. “Nielsen apuntaba todo a Vaca Muerta y desatendía el desarrollo en otros yacimientos o provincias con inversiones menores pero que servían para mejorar la producción de yacimientos maduros”, complementa Bronstein.

Fuentes no oficiales aseguran que con la llegada de Darío Martínez como secretario de Energía, el cambio en YPF iba a suceder más temprano que tarde. Y que existe un vínculo laboral entre ambos, pero sobre todo una raíz común: ambos participaron activamente para solucionar los conflictos petroleros de las provincias de Neuquén y Santa Cruz.

 

 

 

Fuente: Pagina 12