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La preocupación por la falta de dólares en la economía propició una mayor revisión de los planes que debe llevar adelante el Gobierno para ampliar la matriz exportadora. La Argentina puede y debe exportar más.

Un informe reciente elaborado por Coninagro asegura que nuestro país ocupa el décimo segundo puesto entre los mayores exportadores del mundo si consideramos la producción agropecuaria, pero a la vez se ubica entre los diez países con menor participación de las exportaciones si se toman en cuenta todos los rubros. En base a datos del INDEC y la Organización Mundial del Comercio (OMC) la entidad cooperativa destaca que la competitividad exhibida por el sector agroproductivo es 6 veces mayor que la demostrada por el total de las exportaciones argentinas sumados todos los sectores.

La Bolsa de Cereales de Córdoba detalló en su último informe económico que nuestro país exportó en los primeros ocho meses del año bienes por 37.229 millones de dólares donde los complejos soja, maicero, triguero, carne y cuero bovino, pesquero, maní, cebada, hortícola y forestal representan el 72% del total de las exportaciones, por lo tanto el sector por el cual se pueden incrementar exportaciones con mayor velocidad es claramente el que ya es más competitivo: la producción agropecuaria.

Mientras las exportaciones argentinas en todo concepto y sumando todos los rubros explican sólo el 0.3% del total global, al contemplar específicamente el rubro agroindustrial el total asciende al 2%. Este es uno de los datos que sin dudas observó el propio presidente de la Nación, Alberto Fernández, cuando ante el Consejo Agroindustrial Argentino destacó que “en toda la agroindustria hay una gran posibilidad de exportaciones y necesitamos que produzcan ya”.

Marcelo Elizondo, extitular de la Fundación Exportar y consultor en comercio exterior, asegura que “el Gobierno apunta a la exportación y esa sin duda es la dirección correcta. Es un proceso que requiere esfuerzo y no será rápido, aunque se pueden dar pasos para obtener resultados de forma incremental, sobre todo en rubros como el de los agroalimentos, donde hay mucho potencial. La Argentina parte de un piso destacado porque dentro de los bienes exportados no sólo hay productos primarios sino también manufacturados sobre la base agropecuaria, como pueden ser aceites, harinas, jugos concentrados de frutas, vinos, etc.”

Esta misma línea de trabajo se planteó desde el comienzo de la gestión en Cancillería, donde la premisa es seguir buscando nuevos mercados y mejores acuerdos comerciales para reducir los aranceles de ingreso a los productos argentinos, que muchas veces quitan la rentabilidad lograda gracias a la eficiencia.

Según el analista “los desequilibrios macroeconómicos desincentivan la inversión, el desarrollo tecnológico y el crecimiento de la capacidad productiva y para aumentar las exportaciones, la inversión es clave. Pese a lo que muchos creen la producción agropecuaria no depende de la naturaleza, sino del esfuerzo, la tecnología, la organización empresaria. Por eso ordenar la macroeconomía, mejoraría la capacidad productiva. No olvidemos que cuando una empresa exporta no cobra los dólares que genera. Esos dólares van al Banco Central y esa entidad le paga en pesos a un tipo de cambio oficial que hoy esta lejos del dólar informal”.

En los próximos días Coninagro, una de las entidades que más propuestas elaboró en los últimos tiempos para potenciar el desarrollo productivo, realizará un Congreso Internacional con la premisa de ratificar que Argentina debe ampliar las fronteras comerciales. El titular de la entidad, Carlos Iannizzotto, destacó que “resulta fundamental diagramar una plataforma que apunte a aumentar la producción, incrementar el valor agregado, generar empleo y promover las exportaciones”. Según los cooperativistas existen cerca de 30 complejos exportadores de origen agroproductivo que ya pueden crecer en su performance sobre lo que hoy venden al exterior, pero para lograrlo requieren equilibrios macroeconómicos, mejores regulaciones, más apertura de mercados y mejora en el financiamiento.

 

Fuente: Ambito