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La receta es conocida: hay que sumarle mayor valor al crudo y al gas no convencional a través de sus complejos industriales y plantas petroquímicas. Tanto el upstream como el downstream deben ser de la partida.

Hay que pensarlo una y otra vez. Como si fuese un mantra. De la suerte de YPF depende, en gran medida, el desarrollo de un sector estratégico de nuestro país. Lo dijo hace algunos días el CEO de YPF, Sergio Affronti, quien aseguró que la compañía petrolera que él preside “va a liderar la industrialización de Vaca Muerta”. La receta es conocida: hay que sumarle mayor valor al crudo y al gas no convencional a través de sus complejos industriales y plantas petroquímicas. Tanto el upstream como el downstream deben ser de la partida.

Desde el año 2012 y luego de su nacionalización, YPF adoptó un modelo de gestión eficiente en donde un management profesional, con un alto know how del sector, gestionó a la compañía con el apoyo de un Gobierno que impulsó medidas para atraer inversiones. En esta referencia incluye la adenda a la Ley de Hidrocarburos 17.319 y el Plan de Estímulo al Gas, como parte donde se buscó no sólo la escala necesaria, sino donde también se promovieron inversiones a través de acuerdos con importantes jugadores del sector internacional, como Chevron, Petronas y Dow. Al mismo tiempo se solventó el salto tecnológico introduciendo en el país desarrollos de vanguardia que tuvo como resultado un crecimiento en la producción de petróleo y gas.

Pero el dato fundamental, es que YPF fue el primer movimiento hacia una Vaca Muerta con gran intensidad, y que supo tomar un liderazgo que probablemente una empresa privada no hubiese tomado. El ingreso de capital extranjero a Vaca Muerta, primero a través de asociaciones y luego directamente mediante la adquisición de concesiones, no hubiera sido posible sin el acompañamiento del Gobierno y de los planes de inversión y producción. Habrá que volver al punto de origen.

 

 

Fuente: Ambito