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El consumo de combustibles cayó más de un 70% y modificó el escenario para la industria. La necesidad de un precio sostén está siendo cambiada por la de una quita en las retenciones a la exportación.

Quien alguna vez se haya subido a una montaña rusa conoce esa sensación que se tiene al estar en la cúspide de la mole de hierros, sabiendo que comenzará a caer y que lo único que se puede hacer es agarrarse fuerte y resistir las caídas, las curvas y las contracurvas. En una caída libre, y con giros inesperados por venir, se encuentra hoy la industria petrolera y en la que ajustarse el cinturón parecer ser la única opción a la vista.

La crisis internacional que está generando –y generará por bastante más tiempo- el coronavirus Covid-19, encontró a la industria petrolera argentina con problemas de salud preexistentesEl congelamiento de los combustibles y el petróleo que se aplicó primero por el DNU 566 del gobierno de Mauricio Macri, pero que se mantuvo de facto en lo que lleva el gobierno de Alberto Fernández, dañó el equilibrio y el funcionamiento del sector.

A la crisis endógena del mercado del gas, se sumó entonces, desde el año pasado, una crisis autoinflingida en el mercado del petróleo que llevó a que en seis meses la cantidad de torres activas se deshojara como una flor a principios del otoño.

La crisis abierta por en el mercado global del petróleo primero a raíz de la menor demanda de Asia y luego por la puja entre Arabia Saudita y Rusia, fueron los primeros coletazo de este cisne negro que es la pandemia del coronavirus.

El pedido de instrumentar un nuevo barril criollo fue entonces el reclamo instantáneo que desde varias firmas y provincias se planteó. Una semana después, las provincias que integran la Organización de los Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi) se pusieron de acuerdo en pedir que el precio sostén fuera de 54 dólares, pero para cuando la propuesta ingresó, el pasado miércoles 18, ya era demasiado tarde.

En números

70% cayeron las ventas de naftas de YPF a partir de la aplicación de la cuarentena obligatoria en todo el país.

La enfermedad avanzó y el cisne negro mostró una nueva faceta, la de la cuarentena obligatoria, en la que la propuesta de un precio sostén parece ahora desfasada.

El objetivo de volver a aplicar un barril criollo, como el que rigió entre 2015 y 2017, apuntaba a blindar la industria de la tormenta externa, a hacer de Argentina una isla en lo que hace a la industria petrolera.

Pero la cuarentena no sólo paralizó los campos petroleros, sino que también desplomó el consumo de combustibles, la otra punta de la cadena del barril criollo.

Las ventas de combustibles se desplomaron a raíz de la cuarentena obligatoria.

La cuarentena obligatoria que el gobierno nacional dispuso desde el pasado viernes 20 frenó la actividad de perforación que había logrado subsistir al congelamiento previo. La menor circulación dispuesta llevó, luego de un día de desesperación y largas filas en las estaciones de servicio, a que las ventas cayeran hasta un 70%.

Los números de la principal petrolera del país, YPF, fueron detallados por su CEO, Daniel González, quien advirtió que por esa caída (50% en gasoil, 70% en naftas y 90% en combustibles para la aviación) se redujo el ritmo de trabajo de las refinerías, bajando entre un 30 y un 40% el crudo procesado.

La cuenta entonces marca que no sólo no tiene sentido sostener con un barril criollo una industria que ya está deprimida, sino que además el precio de los combustibles que aún hoy se ve está desconectado de la demanda.

La enfermedad del conoravirus se extendió a toda la economía nacional y blindar a un solo sector, más allá de su importancia, parece no ser ya una vía posible y menos para un gobierno urgido en responder a una emergencia sanitaria nunca antes vista y con las cuentas bancarias en rojo.

El dato

US$ 54 fue el precio sostén que la Ofephi solicitó al gobierno. Fue antes de los cambios que el coronavirus introdujo.

Además, en esta urgencia por fondos frescos, los campos petroleros se enfrentan a los otros campos, los de la soja y el trigo. Allí, en donde los commodities forrajeros tienen la posibilidad de generar divisas, mantener el actual valor de los combustibles a contramano del resto del mundo, implicaría quitarles rentabilidad en el concierto exportador. Una zancadilla que puede salir demasiado cara para un país que se encamina a una crisis aún más profunda.

La menor demanda de combustibles implica que, con los actuales valores, en el país son cerca de 210.000 los barriles que se producen por día en forma excedentaria. Solo en YPF la cuenta marca que tiene un excedente de producción de casi 100.000 barriles por día.

Campos contra campos: el precio de los surtidores promete enfrentar al sector del agroexportador con la industria petrolera.

 

La vía más rápida de monetizar esa producción que aún no cayó es exportándola, aunque el precio sea realmente una lágrima. Es por esto que, en reemplazo del pedido de un barril criollo surge ahora la necesidad de que el gobierno nacional baje o suprima las retenciones a las exportaciones que hoy representan el 12% del magro valor.

La medida no implica prácticamente un costo fiscal porque hasta ahora el país casi no exporta petróleo, salvo los excedentes de Escalante que no se pueden refinar en el país. Pero además, este cambio permitiría dar un poco de aire a las provincias petroleras que con angustia ven un escenario en el que sus regalías podrían caer a menos de la mitad de lo esperado.

No hay cálculos sencillos por delante. Tal vez el mejor resumen de la situación que el cisne negro promete traer son las frases que el mismo CEO de YPF dio a su personal: “se vienen tiempos dificilísimos, así que no puedo dejar de enfatizar la importancia de cuidar los costos, minimizar los gastos lo más que se pueda para proteger la compañía”.

 

 

Fuente: Rio negro