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Las provincias avanzan en pautar el precio para un barril criollo en medio de la crisis por la pandemia. Desde las refinerías y Chubut piden que los cambios sean más profundos.

El viernes pasado, en la víspera de la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el presidente de YPF, Guillermo Nielsen, dijo en una conversación con inversores que su función es dirigir a YPF como “un gran barco a través de esta tormenta que es la situación actual”. Pero difícilmente Nielsen haya podido anticipar que el escenario que iba a enfrentar la industria petrolera argentina sería en pocos días el de una tormenta perfecta.

A la crisis macroeconómica que azota al país, el sector hidrocarburífero adosa una crisis propia que se desencadenó a mediados del año pasado tras las elecciones PASO y el casi automático DNU 566 del congelamiento del precio del petróleo y los combustibles.

Con siete meses de descalces entre los costos de producción, del petróleo y de los combustibles, llegó la crisis global del Brent para formar una tormenta perfecta en la que desde las empresas y los gobiernos provinciales coinciden en señalar que debe resolverse de inmediato, pues cada día que pasa daña aún más al sector.

Esta semana el crudo internacional perforó el piso de los 27 dólares en el caso del Brent, y ya son muchos los pronósticos que lo sitúan en la franja de los 30 dólares en los meses por venir. Un valor que llevaría al petróleo nacional a cerca de 25 dólares y con ello a la parálisis de todos los desarrollos, convencionales y no convencionales.

El sector reclama en estos días que se tomen medidas, que pasen de la idea que había hace apenas unas semanas de incentivar inversiones con una nueva petrolera, a un plan B que permita que el barco esquive el iceberg de la caída del Brent.

En números

45 dólares
fue el precio de los últimos barriles negociados a fines de febrero. Las refinadoras buscan fijar ese precio.

El subsecretario de Energía de Mendoza, Emilio Guiñazú, le puso nombre a las cosas y aseguró que “ésta es una crisis que no es del mercado. Estamos ante una batalla de los grandes carteles productores del mundo, de Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos, una pelea entre el convencional de los primeros y el shale del último”.

Pero como toda buena tormenta perfecta requiere, el escenario en el país debía ser aún más complicado. Y a la pelea de los carteles internacionales del petróleo se sumó una puja local, con la oposición de las grandes compañías integradas del sector que poseen las mayores refinerías del país, al precio sostén que comenzaron a debatir las provincias con Nación en torno a los 50 a 52 dólares.

La semana pasada, la mayoría de las provincias que integran la Organización de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi) se reunieron con el secretario de Energía de la Nación, Sergio Lanziani, y comenzaron a delinear un plan único que buscan presentar en esta misma semana.

Para las provincias productoras la crisis no pone en riesgo sólo a la industria, sino también al trabajo y la seguridad energética.

La propuesta básica es avalar un precio sostén para el petróleo dentro del país, un nuevo barril criollo, que por un lado permita mantener congelados los surtidores, y por el otro proteja a las empresas productoras del valor internacional. “Lisa y llanamente con el precio internacional se funden todas las empresas”, sintetizó Guiñazú.

Pero ese precio es el punto de discordiaLa mayoría de las provincias impulsa que sea “de 50 dólares o un poco más”, como dijo el ministro de Energía de Neuquén, Alejandro Monterio. Pero desde las grandes refinerías buscan que sea de entre 46 y 46 dólares, las refinerías no integradas piden incluso un menor valor y hasta Chubut, para proteger sus exportaciones, planteó que sea de 47 dólares.

La primera y única reunión de Nación y las provincias, se dio la semana pasada.

Esa diferencia amenaza con dejar fuera de producción a la mayoría de las pequeñas productoras, aquellas que subsisten de la venta de sus barriles, mientras que en el caso de las refinerías permitiría que tengan una ganancia, que recupere parte de lo que perdieron en el último semestre de congelamiento.

Para las provincias productoras, 44 dólares por barril es un sinónimo de crisis presupuestaria pues las regalías están estimadas, en la mayoría de los casos, en torno a los 50 dólares.

Argentina tiene que aislarse del mundo, tiene que bajarse del ring en una pelea en la que no tiene nada que ver, y protegerse porque sino va a ser daño colateral de la pelea entre Rusia, Arabia Saudita y Estados Unidos y los años de trabajo y las millonarias inversiones se van a destruir y no vamos a poder reactivar esta industria por el contexto de país que tenemos”, enfatizó Guiñazú.

El caso de Chubut

Así como la situación nacional es diferente a la de las principales potencias productoras del mundo, también entre las provincias hay diferencias. Es el caso de Chubut, donde por su crudo pesado -el Escalante- entre un 30 y un 40% de la producción no se destina al mercado doméstico sino que se exporta.

Ese cúmulo de producción, que el año pasado fue de unos 18 millones de barriles, no se vería beneficiado por la aplicación de un precio sostén nacional. Y según se estima, las productoras de esa zona podrían reducir la producción antes de venderla a pérdida.

Es por esto que uno de los planteos en debate atiende a cuestiones más profundas en la industria petrolera como son las alícuotas de las retenciones a las exportaciones -que siguen al 12% porque no se reglamentó la Ley de Solidaridad Social que las bajó al 8%- como así también reducciones impositivas de parte de los gobiernos provinciales y la amortización acelerada de inversiones.

El dato

50 dólares piden como sostén las provincias para no dañar el empleo ni las regalías.

También se incluye en la cuenta que, para poder mantener los surtidores congelados, Nación debe garantizar que no actualizará el Impuesto a los Combustibles que por las postergaciones que lleva desde el año pasado ya implicaría un alza del 6% en los precios de las naftas.

Estos planteos disímiles amenazan con dilatar el parche a la crisis actual pero también con dañar al magro sector exportador si no son considerados.

“Las exportaciones en el país son mínimas y la industria necesita una respuesta urgente que es el precio sostén. El resto es cierto, y hay temas irresueltos hace años, pero primero hay que proteger a la industria porque sino no vamos a tener industria sobre la que discutir las cuestiones de fondo”, cerró Guiñazú.

 

Fuente: Rio negro