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Granos, carne y productos de economías regionales ya están sintiendo los efectos colaterales de la enfermedad que causa temor en el mundo

Justo en un año en el que el Gobierno necesitaba dólares (y en grandes cantidades) y que se buscaba apostar por la recuperación de la actividad económica, el coronavirus trastocó todos los planes.

En momentos en que las aerolíneas se ven obligadas a dejar sus aviones en tierra, que se suspenden eventos deportivos y de negocios en todas las ciudades del mundo y que “cuarentena” se transforma en una palabra cada vez más usada, la economía mundial no va a salir indemne.

Organizaciones como la OCDE o el FMI ya recortaron a la mitad las proyecciones de crecimiento del PBI global, las mismas que habían sido divulgadas apenas dos meses atrás.

Y, en el caso de la Argentina, la pandemia no tendrá consecuencias menores. Consultoras como Ecolatina afinaron el lápiz y acaban de recortar las perspectivas del ritmo de actividad: pasaron de una contracción de 1,5% para este 2020 a una del 2%, “con riesgo a la baja si las restricciones se profundizan”, aclaran.

Además del efecto recesivo que está teniendo en el mercado interno la cancelación de eventos y la caída del turismo, desde la Bolsa de Comercio de Rosario advierten que una de las “vías de transmisión” más graves que del efecto coronavirus sobre la economía argentina será por el lado de las exportaciones.

“El impacto por esta vía puede ser notable”, advierten desde la entidad.

“La dinámica del comercio exterior se está resintiendo. Parte relevante de la producción tiene como destino China, Estados Unidos y Europa, que explican cerca del 30% de nuestras exportaciones. Y el shock de demanda que están teniendo estos países definitivamente afectará el volumen de nuestras ventas”, plantean desde Ecolatina.

El coronavirus “infecta” al agro

En este contexto, los despachos de cortes vacunos, uno de los productos estrella durante el 2019, con un récord histórico de divisas, figura entre los más castigados. Básicamente porque China venía adquiriendo el 70% de los embarques, con compras por más de u$s2.000 millones durante el año pasado.

“Todavía no tenemos estimado cuánto se va a deteriorar la demanda a lo largo del año. Pero sí sabemos que en el primer bimestre sufrimos una caída del 25% en los envíos hacia China”, advierten desde la Cámara de la Industria de la Carne (CICCRA).

Desde la BCR suman otros dos productos de los agronegocios: la carne porcina, que si bien no es un sector que figure entre los grandes generadores de divisas, sí depende mucho del gigante asiático, que venía absorbiendo cerca del 25% de los envíos desde Argentina. Y, por otro lado y fundamental, el poroto de soja, un negocio anual de u$s3.000 millones para el país y que China motorizó en un 90%.

“Con la cosecha ya entrando en etapas de definiciones el impacto a nivel productivo será menor, pero sí habrá un efecto en términos de divisas y de rentabilidad del sector agrícola”, advirtieron desde la consultora Abeceb.

Sucede que el deterioro de la economía mundial, sumado al desplome del precio del petróleo, está afectando fuertemente las cotizaciones de los granos. Y esto es una pésima noticia para la Argentina.

La posición mayo para la oleaginosa sufrió una fuerte caída de casi 5% para cerrar la semana en un nivel de u$s314 por tonelada, el peor registro en casi un semestre. Otro dato no menor: en 2012, en épocas en que gobernaba Cristina Kirchner, la oleaginosa llegó a tocar el récord de los u$s650 por tonelada. Es decir que en ocho años perdió más de un 50% de ese valor.

A la caída de las cotizaciones de los commodities se suma otro factor que genera preocupación entre los empresarios del agro: el deterioro de las condiciones climáticas.

Desde la BCR ya le están poniendo una cifra a ese flagelo que, lejos de ser una cuestión teórica, se traducirá en menos toneladas para exportar.

En un reporte advirtieron que “quedó atrás la posibilidad de alcanzar los 55 millones de toneladas como se estimaba en febrero”.

Un incremento de las temperaturas, suelos que en zonas clave se quedaron sin reservas de agua y la pérdida de más de medio millón de hectáreas, sumado a los flojos rendimientos, ahora hacen prever una producción sojera de 51,5 millones de toneladas, 3,5 millones menos que la proyección previa.

También habrá impactos en las economías regionales. Y el vino es uno de los productos que más podría verse afectado. El consultor Javier Merino, director de Area del Vino, advierte que cada vez que la economía tuvo un frenazo, el vino también lo sufrió, en una suerte de “movimiento espejo”.

Según consigna un informe de la División Vinos del Banco Supervielle, elaborado por Merino, “el PBI mundial explica más del 98% del comercio de vinos”.

“Hay un correlato muy fuerte: en los últimos 30 años, el PBI mundial y el comercio global de vinos se movieron juntos. Una curva calcó a la otra”, señala. De modo que las malas perspectivas para la economía hacen prever una desaceleración de la demanda externa para el sector, justo en este 2020 en el que pretendían volver a crecer tras años de amesetamiento.

“Las bodegas, con un mercado interno para abajo, tenían una ventana cambiaria que les generaba una buena oportunidad en los mercados externos. Implicaba un respiro importante. La pregunta que hay que hacerse ahora es en qué medida la caída de la economía y la demanda global va a cerrar esa ventana de oportunidad”, advierte Merino.

Efecto coronavirus: menos dólares

Desde Ecolatina trazan un diagnóstico por demás preocupante: plantean que el ingreso de divisas comerciales se resentirá en un contexto de escasez de reservas. Y si bien aclaran que las importaciones también se verán afectadas por (menor actividad interna y menores precios internacionales, “el efecto no compensaría la merma en exportaciones”.

Ya hay algunos papers que desde una reconocida consultora enviaron a una de las cámaras más representativas del sector del comercio exterior, en el que advierten que una prolongación de la pandemia podría traducirse en una caída de entre el 7% y el 10% de las exportaciones nacionales. Si esto se combina con las bajas de precios, esto significaría un bajón en el ingreso de divisas de más de u$s6.000 millones respecto del 2019.

En paralelo, desde la Bolsa de Rosario también advierten que existe “un riesgo concreto de una erosión del comercio exterior y, consecuentemente, del ingreso de divisas por exportaciones para este año”.

“Ello, por un lado, presiona sobre el tipo de cambio, especialmente en un contexto donde mientras la moneda local perdió un 4% de su valor en relación al dólar desde el 1ro de enero, el real brasileño se depreció un 18% en el mismo lapso, perjudicando la competitividad argentina en relación a nuestro principal socio comercial”, acotan.

En este contexto, desde Ecolatina alertan que la menor entrada de dólares podría poner en una disyuntiva al equipo económico: “O impone restricciones cuantitativas a las importaciones con el fin de preservar el superávit comercial para hacer frente a sus compromisos financieros, o acepta perderlo parcialmente y no resentir tanto el nivel de actividad”.

Previo a este escenario, el Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Productivo, ya había comenzado a fijar las bases de un programa de monitoreo de las importaciones, solicitando información visible y dejando abierta la puerta a mayores controles, si bien todavía no debió echar mano a los mismos debido a que la propia crisis impide que crezca la demanda de bienes del exterior.

De cualquier manera, los analistas de Ecolatina plantean como un escenario muy probable que se lija un mix, lo cual tampoco sería positivo, dado que “afectará tanto la negociación de la deuda como a la actividad económica local”.

 

Fuente: Iprofesional