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Guyana, México y Brasil explotan sus recursos para jugar en las grandes ligas. Argentina todavía discute una ley de blindaje para Vaca Muerta, en medio del parate.

No dormirse en los laureles, una frase hecha si las hay. Sin embargo, ayuda a poner la alerta amarilla en la política y la economía argentinas cuando se habla de hidrocarburos y Vaca Muerta. Mientras en los últimos cinco años hubo una transformación en la industria, convirtiendo a la Argentina en un nuevo país, fuera de América del Norte, que explota comercialmente sus recursos de esquisto, la política no acompañó ese proceso.

Una estrategia discontinua, cambios de signo partidario e ideológico en el gobierno (instaurando nuevas reglas y desestimando lo realizado) y las consecuencias de la deuda externa que retrasan la discusión de una ley blindaje son los temas que más preocupan al país.

Al mismo tiempo, el resto de los países de Latinoamérica aprovecha para convertirse en proveedores de hidrocarburos. Si Vaca Muerta solo explota el 4% de su superficie, países como Guyana, México y Brasil van por todo.

Guyana es el caso más sorprendente en el último año. Pasó de no producir barril a empezar a exportar hacia Estados Unidos, de la mano de ExxonMobil, nada menos que barcos cargados con un millón de barriles por día. La petrolera estadounidense y sus socios Hess Corp y CNOOC -la firma china que es socia en la Argentina de Pan American Energy- explotan Stabroek, un bloque donde encontraron recursos por más de 6000 millones de barriles equivalentes de petróleo técnicamente recuperables.

Después del descubrimiento de grandes yacimientos en el mar, Brasil se ubicó en las grandes ligas. Incluso, por invitación de Arabia Saudita, el gobierno de Jair Bolsonaro quiere iniciar negociaciones para ingresar como socio pleno a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). A miles de metros en el océano Atlántico que le corresponde a los límites de Brasil hay una gruesa capa de sal y debajo de ella está el presal. Ese crudo se ubica a siete kilómetros de profundidad bajo el lecho marino, y esto ha impulsado el desarrollo tecnológico en la industria que se especializa en el offshore.

Pemex fue parcialmente privatizada en 2015 y lanzó varias rondas de licitación para la exploración de areas offshore. El último hallazgo fue de la petrolera italiana Eni, que estima entre 200 y 300 millones de barriles de crudo ligero a una profundidad de 3830 metros, de acuerdo con los datos que arrojó su pozo exploratorio Saasken-1. No obstante, la consultora S&P Global puso cautela en el país en torno a la deuda externa y, en ese sentido, sigue de cerca el comportamiento de Pemex y los inversores privados petroleros.

Los que están frenados

Hay dos países en la región que también son competencia para Vaca Muerta pero que hoy atraviesan graves situaciones políticas: Venezuela y Bolivia.

El país caribeño tiene una crisis presidencial, con Nicolás Maduro como el mandatario al que más países reconocen, pero los que ha definido la Asamblea Nacional, como Juan Guaidó, también tienen reconocimiento (incluso el ex presidente argentino Mauricio Macri le dio la venia). Estados Unidos ha aplicado un bloqueo petrolero que complica aún más la situación de PDVSA, en una estrategia del presidente Donald Trump contra Maduro.

Jeanine Áñez asumió la presidencia en Bolivia tras las convulsiones en ese país y la presión del Ejército para que Evo Morales renuncie y no se presente en las nuevas elecciones que convocó. El contexto es entendido como un golpe de Estado donde la actual administración puso nuevos funcionarios en el Ministerio de Hidrocarburos -el ex titular del área se refugió en la Argentina- y en la petrolera estatal YPFB. Las protestas en la empresa son por la inestabilidad laboral. Los seguidores de Morales temen ser despedidos y, además, que haya fuertes recortes. Hace apenas un año, un consorcio petrolero liderado por Repsol anunciaba el hallazgo del yacimiento más profundo de América del Sur, ubicado a 7862 metros. Incluso, la anterior gestión hasta pretendía estudiar sus formaciones shale.

Fuera de la región con la que compartimos características lingüísticas y culturales, además de lazos políticos y económicos, otro país al que Argentina tiene que mirar de cerca es Estados Unidos. Este año, la formación Permian disminuirá su producción en 100.000 barriles. Es decir, bajará “un Vaca Muerta” de producción de shale oil por la ida de inversores pequeños que no pueden apostar a un negocio a tan largo plazo como el hidrocarburífero. En los proyectos shale seguirán pisando fuerte las grandes compañías del petróleo y el gas. Solamente Permian produce cuatro millones de barriles por día.

Un despertador

A no dormirse en los laureles. Vaca Muerta es una gran oportunidad para el país, un país que tiene ciclos de crecimiento y de desaceleración -como ocurre desde septiembre para el sector- y donde se “da vueltas” sobre una ley que contenga los parámetros mínimos para que los inversores se interesen en la formación geológica. Incluso, en desembolsar dinero en otros proyectos más complejos como el offshore o la recuperación mejorada de petróleo en yacimientos maduros (la terciaria).

La necesidad de industrializar los recursos de Vaca Muerta, que tiene alto potencial para generar un plan agresivo de exportaciones y captar así dólares genuinos para la alicaída macroeconomía argentina, puede verse condicionada ante el ascenso de los rivales en la región. La frase hecha: a no dormirse en los laureles.

Fuente: Lm neuquen