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Los objetivos del Acuerdo de París podrían obligar a las compañías del sector energético a dejar bajo tierra enormes reservas de carbón, petróleo y gas. Éstas ya analizan las verdaderas consecuencias financieras.

Donald Trump pensaba en la adolescente activista del clima Greta Thunberg cuando en Davos criticó a los que él llamó “profetas de la fatalidad”. Pero con la misma facilidad podría haber apuntado a los inversores globales, cuyas críticas incisivas a los hidrocarburos condujeron a un giro en las inversiones, que se alejaron de las energías tradicionales para inclinarse por las renovables.

Este movimiento representa un gran problema para grupos energéticos como Exxon, BP y Saudi Aramco. Es posible que nunca se extraigan ni quemen grandes extensiones de sus reservas de petróleo, gas y carbón, ya que ello intensificaría el calentamiento global, lo que empeoraría los fenómenos meteorológicos extremos y amenazaría con la pérdida de tierras de cultivo y multitudinarios desplazamientos. Eso podría dejarlos con muchos “activos varados”.

En ese contexto de emergencia climática, el costo de reducir el valor de los activos varados podría considerarse bajo. Pero las cifras serían impresionantes. Se estima que se evaporarían cerca de u$s 900.000 millones -o un tercio del valor actual de las grandes empresas de petróleo y gas- si los gobiernos trataran más agresivamente de restringir el aumento de temperatura a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales para el resto de este siglo.

Incluso en el caso de que el aumento fuera de 2ºC, los productores de energía, incluidas las mineras del carbón, tendrían que pasar a pérdida más de la mitad de sus reservas de combustibles fósiles. Si se llegara a 1,5ºC, el dolor sería mayor; perdería valor más del 80% de los activos de hidrocarburos.

A las emisiones de carbono se las consideraba una “externalidad” que no les costaba nada a las empresas. Pero a medida que aumentaron las evidencias del cambio climático y viró la opinión pública, las empresas energéticas empezaron a analizar las verdaderas consecuencias financieras. Eso se refleja más en cómo subió el costo del capital para los grupos de hidrocarburos y en el dinero cada vez más barato para las energías renovables.

Los productores de energía tienen 2910 gigatoneladas (GT) de potenciales emisiones de CO2 encerradas en sus activos. Dos tercios de eso es carbón, el resto, petróleo crudo y gas natural. La pregunta que los inversores deben hacerse es cuánto tiempo esos activos podrán mantener su valor.

La mayoría de las compañías petroleras internacionales, y algunas nacionales, tienen acciones y bonos que cotizan en los mercados de capitales. Los precios de las acciones de los productores de petróleo, gas y carbón tienen menores valuaciones que hace cinco años. La amenaza es clara: se podría perder valor por cientos de miles de millones de dólares. Las petroleras estatales, muchas de las cuales tienen más reservas de petróleo y gas de las que pueden producir en una generación, enfrentan riesgos aún mayores independientemente de su relación con los mercados de capitales.

Según los académicos de la Universidad de Duke en EE.UU., desde el período preindustrial las actividades humanas elevaron cerca de 1ºC la temperatura promedio global de la Tierra. Ese número aumenta en 0,2ºC por década. A ese ritmo, es probable que el calentamiento global llegue a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales entre 2030 y 2052.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) define los activos varados como “aquellas inversiones que ya se hicieron pero que, en algún momento antes de finalizada su vida económica, ya no pueden generar rendimiento económico”.

Alejarse decididamente de los combustibles fósiles será difícil. En el Acuerdo de París se fijaron presupuestos de carbono -cantidades de emisiones permitidas- que permitirían un cierto grado de calentamiento global.

Suponiendo que sea 50% probable que se cumpla con el límite de calentamiento de 2ºC a fines de siglo, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (PICC) de la ONU estableció un presupuesto de carbono de 1200 GT para los combustibles fósiles que podrían quemarse para el año 2100. Para cumplir con el límite más estricto de 1,5ºC, sólo se permitirían 464 GT, muy por debajo del equivalente a 2910 GT de CO2 que contienen los restantes activos de petróleo, gas y carbón, según Bernstein Research.

Los diversos presupuestos de carbono dan una idea de cuánto está en riesgo para los productores de energía, incluidas las empresas energéticas estatales. En el mejor de los casos -una suba de 3ºC-, podrían quemarse casi todas las existencias de carbono restantes, o 96%. Pero en el límite inferior de 1,5ºC, utilizando el permiso del PICC, sólo es utilizable el 16% del carbono. En otras palabras, más del 80% del carbono bajo tierra quedaría varado y teóricamente sin valor. Incluso a 2ºC, el 59% de las reservas de combustible fósil quedarían varadas.

Para calcular cuánto del valor de los accionistas está en riesgo, hay que analizar las reservas amenazadas y el tipo de combustible en cuestión. El carbón es responsable de dos tercios de las posibles emisiones de carbono en reserva. Hay mucho en el suelo y el combustible fósil contiene la mayor proporción de carbono, según la AIE.

En un escenario de 2ºC, podrían quemarse menos de un cuarto de las reservas de carbón, el resto quedaría varado. Los mercados bursátiles descuentan esta probabilidad. Por lo tanto, para tener una idea de lo que podría suceder a los productores de petróleo y gas que no quieran o no puedan hacer algo respecto a su impacto en las emisiones, hay que mirar los precios de las acciones y la valuación de los grupos de minería de carbón como Peabody Energy y Yancoal Australia.

Utilizando el mismo escenario de 2ºC, podría quemarse gran parte de las reservas mundiales de petróleo (71%) y gas (92%). Esto sugiere que sería relativamente reducido el impacto económico sobre los productores. Los valores bursátiles de las empresas internacionales de petróleo y gas cayeron la mitad que los de las mineras de carbón desde su propio pico de la década en 2011.

Dejaría el 29% de las reservas de petróleo varadas y restaría u$s 360.000 millones al valor bursátil de las 13 principales petroleras internacionales por reservas. Pero con un objetivo de calentamiento más estricto de 1,5ºC, esa cifra se duplicaría con creces hasta casi u$s 890.000 millones.

Como estos productores perdieron cerca de u$s 400.000 millones de valor de mercado en los últimos tres años, sería justo asumir que podrán sobrevivir a tal caída. Sin embargo, si las autoridades que diseñan políticas ponen el cambio climático en primer plano, estas disminuciones podrían acelerarse. Un derrumbe repentino del valor de los activos podría provocar una disminución desordenada de todas las existencias de petróleo y gas.

Las empresas con mayor intensidad de carbono en sus reservas de petróleo y gas corren mayor riesgo de sufrir pérdidas de valor como resultado de los cambios en la política sobre el cambio climático. Entre ellas se encuentran los productores de arenas bituminosas canadienses Suncor Energy e Imperial Oil, pero también  las perforadoras de shale oil estadounidenses Pioneer y EOG.

Los productores de petróleo y gas expuestos a los mayores impactos potenciales son los que necesitarán más tiempo para agotar sus reservas. Esto se conoce como vida de las reservas. Si nos centramos en los grupos con alta intensidad de carbono y con mayor vida de las reservas -los que más tienen que perder- los nombres que aparecen son Rosneft, ExxonMobil, PetroChina y BP, según Bernstein Research.

Los mercados descontarán el riesgo de que las compañías de petróleo y gas deban reducir el valor sus activos. Eso puede suceder gradualmente, pero a menos que se encuentre una solución para el cambio climático en la próxima década, existe el peligro de se derrumben los precios de los activos de las petroleras internacionales.

La mayor amenaza la enfrentan las economías que dependen del petróleo y el gas. Sin embargo, los efectos de pasar a pérdida los activos varados se sentirían en todo el mundo de los negocios. Sería uno de los mayores cambios en la asignación de capital.

El futuro de las petroleras

La mayoría de las petroleras internacionales entienden las amenazas que se avecinan, aunque no todas parecen haber aceptado que hay que tomar medidas para resolver el problema del exceso de emisiones de carbono. Algunas de las más grandes, como la francesa Total y Royal Dutch Shell, invierten en proyectos de energía renovable que van desde la energía solar hasta los biocombustibles.

Pero la proporción del gasto de capital que las grandes empresas de petróleo y gas destinan a negocios bajos en carbono representa menos del 1% de la inversión, según la AIE. En su mayor parte, se trata de negocios minoristas orientados al consumidor con los que muchas petroleras internacionales deberían sentirse cómodas. “Exxon y Shell empezaron a refinar y comercializar combustibles”, dijo Martijn Rats de Morgan Stanley. “Las petroleras internacionales entienden de posicionamiento de marca, las estatales no tanto.”

¿Pueden reinventarse las petroleras? La danesa Orsted, antes DONG Energy, se ha convertido en especialista en parques eólicos. De las grandes compañías del sector, Neil Beveridge de Bernstein sólo puede pensar en una que lo haya hecho. La india Reliance Industries cambió su enfoque alejándose de la refinación de petróleo para concentrarse en las telecomunicaciones y la venta minorista online.

Traducción: Mariana Oriolo

 

Fuente: Cronista