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En un año, salió de servicio un tercio de las torres activas del país. Desde agosto, son 22 rigs sacados de servicio. En Neuquén, como epicentro de Vaca Muerta, se concentró la baja y se igualó el récord negativo de la crisis de 2017.

La crisis abierta en el país luego de las elecciones primarias de agosto y potenciada por el DNU 566 del congelamiento de los combustibles y el petróleo golpeó de lleno a la industria petrolera. El 2019 cerró con un tercio menos de torres de perforación en actividad, y a tan solo un equipo de tocar el récord negro del 2017.

En Neuquén, donde se capitaliza el desarrollo de Vaca Muerta, la cantidad de rigs activos llegó la semana pasada a 29, el mismo número que se marcó en medio de la crisis internacional del 2017. De momento hay otros 7 equipos que se encuentran en stand by, cuyos empleados siguen cobrando el mínimo pero sin operar.

De acuerdo a los registros de Baker Hughes, en diciembre de 2018 operaban en el país 74 equipospara febrero esa cantidad cayó a 66 luego de que se anunciara el recorte de la Resolución 46.

En junio, la cantidad comenzó a repuntar, impulsada fundamentalmente por los avances en la búsqueda de petróleo hacia donde migró la mayoría de las operadoras.

Para julio, el mes anterior a las PASO, el DNU 566 y el control de divisas, en el país había 72 torres activas. A principios de agosto la cantidad estaba estable, en 71, pero, como acto reflejo, en septiembre se retiró un 22,53% de los equipos, y sólo quedaron en operación 55.

Es decir que en cuestión de días fueron 16 las torres que salieron de actividad.

El dato

14 equipos salieron de actividad en la provincia de Neuquén. Eran clave para Vaca Muerta.

Ese nivel se mantuvo hasta diciembre, cuando con nuevo gobierno nacional de por medio, otras cinco torres salieron de servicio y dejaron al país con 50 equipos perforando.

La caída muestra que, entre agosto y diciembre, fueron 22 las torres que salieron de operaciones, la mayoría en la Cuenca Neuquina y en especial sobre Vaca Muerta.

En 2017, cuando la industria petrolera mundial no lograba salir de una caída del precio del crudo por debajo de los 50 dólares, en el país se marcó la peor baja de equipos, pues entonces solo 49 quedaron trabajando. Este récord negativo es de apenas uno menos que el registrado el mes pasado.

En lo que hace a la distribución de estos rigs, el 55% se concentra en la Cuenca Neuquina, en especial en Neuquén. Allí las torres que siguen perforando son 29, 14 menos que las 43 que se registraban en agosto.

La segunda concentración de torres activas se da en la Cuenca del Golfo San Jorge, que posee cerca del 40% de las restantes y que a diferencia de la rápida reacción que tuvo el shale para bajar equipos, tuvo un movimiento a la baja mucho menor.

Si bien en el segmento de los no convencionales la cantidad de equipos de perforación es vista como un parámetro viejo que no se adecúa tan bien a las métricas como la cantidad de etapas de fracturas, la salida de funcionamiento de un tercio de los equipos del país no puede ser pasada por alto.

En el Parque Industrial de Neuquén, se observan las torres inactivas en la base de una empresa de servicios. (Foto: Yamil Regules)

Dos factores diferencian lo ocurrido en 2017, que culminó con la adenda laboral de Vaca Muerta, con la crisis actual. Por un lado, la actual crisis fue autogenerada. Fueron políticas y resultados electorales locales los que autoinflingieron esta crisis, que tiene como segunda diferencia, que la mayoría de los equipos que salieron de servicio no fueron retirados del país y muchos permanecen en los mismos campos a la espera de una señal para reactivarse rápidamente.

Al igual que en 2017, la variable de ajuste fueron los puestos de trabajo. Sólo en el sindicato de Río Negro, Neuquén y La Pampa se contabilizan 1847 empleados suspendidos o con telegramas de despidos frenados, que aguardan no perder sus puestos, como ocurrió hace tres años.

Un rápido repliegue con efectos que se verán en meses

Los trabajos de perforación en Vaca Muerta fueron los que más rápidamente se vieron afectados por el escenario de incertidumbre y congelamiento que imperó en el fin de año.

Las particularidades del shale hacen que los efectos negativos de esta menor actividad se comenzarán a observar en algunos meses cuando el declino natural de sus pozos, más rápido que en el convencional, pase factura a la producción.

Con el nuevo gobierno

5 fueron los rigs que se retiraron en diciembre, marcando que la crisis está lejos de haber llegado a su fin.

En la práctica se pudo observar que varias empresas frenaron prácticamente a cero su actividad en la cuenca shale argentina. Una de las firmas que lo hizo en forma más notoria fue Vista Oil&Gas que retiró en agosto sus equipos de perforación y dejó sin efecto también sus planes de fractura.

Precisamente, la baja en la cantidad de equipos de perforación se suma a la caída en la cantidad de etapas de fractura que se hizo notoria desde septiembre y que volvió a tener en diciembre una nueva contracción.

 

Fuente: Rio negro